II: asiduo

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Llegó un punto en el cual me encontré a la deriva, me sentía confundido, no sabía que camino tomar, era como viajar en un barco sin timón, ni remos, ni brújula, ni estrellas que me guíen en un camino sin trazar.
Era como estar dormido un largo rato intentando aprender como despertar, en medio de ciénagas que solo ciegan mi alma y no me dejan admirar, no me dejaban mirar.
Tan perdido como un niño que llora de madrugada, buscando el seno que acurruca sus sueños, buscando los brazos que alivian su desvelo.
Perdido como un árbol que crece en medio de las ruinas que deja un edificio con la ausencia de habitantes.
Perdido como quien vive de la rutina que hostiga almas y seca corazones como el sol seca las algas.

Abri los ojos en medio de mi sueño lugurioso, desprevenido, resplandido por lo glorioso, casi un loco como un oso que hiberna los 12 meses del año.
Entendí que si no hay camino soy yo quien debe trasarlo.

En medio de mis contradicciones y mi pasión por lo que hago, decidí acoplar mi alma y mi mente, juntas en el mismo plano.

Que mejor que en una continuación hablar de algo mas profundo que lo cotidiano, tan profundo y tan hermoso, tan sencillo y tan glorioso, como lo es el ciclo en el que nos encontramos.

Nacimiento, crecimiento y muerte.

3 palabras que definen la vida tan perfecta y exactamente, que no hay mas que agregar.

Paz.



Dedicación especial a la memoria de Gladys Pastora Lucena de Centeno🖤

Luna de la carretera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora