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Estaban en la habitación del mayor, habían decidido quedarse ahí aquel día ya que el hermano del pelinegro y su madre no se encontraban.

Su hermano, Minhyun, había salido con sus amigos y seguro no volvería hasta tarde, su madre, por otro lado, tuvo que salir debido a que algo había surgido en su trabajo de forma imprevista y el pelinegro no estaba seguro de a qué hora regresaría, probablemente no muy tarde.

De igual forma, ambos jóvenes estaban ahí, sentados en la cama del más alto.

Compartían uno que otro beso y charlaban animadamente, algunas veces provocando una que otra risa.

— ... así que le dije "¡era niña!" — concluyó antes de echarse a reír con ganas, contagiando a Heeseung. 

Cuando el mayor se recuperó de su ataque de risa, se quedó mirando al contrario con una gran sonrisa.

Le gustaba verlo reír y amaba su risa.

"Dios, me estoy volviendo loco» se había dicho Heeseung a sí mismo, mirando a Kim, quien se encontraba sentado a horcajadas sobre el más alto con la sonrisa más bonita que el pelinegro pudo haber visto jamás.

— Mierda, — maldijo Lee, provocando que el de cabellos castaños lo mirara curioso — me encantas — susurró con una sonrisa sobre los labios del menor antes de volver a fundir sus bocas en un hambriento beso.

Aquellas palabras seguían rondando la cabeza de Sunoo. Sin embargo, decidió restarle importancia y le correspondió el beso gustoso, acunando la cara del mayor entre sus manos.

Heeseung, por su parte, rodeaba la pequeña cintura del más bajo con sus manos, apegando ambos cuerpos.

La habitación comenzaba a llenarse de los chasquidos que ambas bocas hacían al separarse.

Luego, mordió el labio inferior del menor, provocando que este abriera la boca y así pudiese introducir su lengua, explorando su cavidad bucal.

Al separarse, Heeseung delineó los belfos ajenos con su lengua y Kim no pudo evitar sentir una corriente eléctrica en su espina dorsal.

Se quedaron mirando al otro con una gran sonrisa, ambos con los labios hinchados.

La cabeza de Heeseung le daba vueltas, comenzaba a sentirse extraño al lado de él.

En un abrir y cerrar de ojos, Sunoo se encontraba debajo del pelinegro, el castaño tenía los ojos abiertos como platos debido a la posición en la que se encontraban.

Heeseung tenía una mano en su cintura y la otra a la altura de la cabeza del menor, mientras le sonreia levemente.

En seguida, con una mano, fue trazando un pequeño camino hasta la boca del más bajo, y al llegar, pasó su pulgar en el labio inferior del contrario.

Para luego comenzar a acortar la distancia entre ambos, y cuando sintió sus respiraciones mezclarse, Sunoo se lamió los labios, anticipándolo.

Sin esperar más, Heeseung lo besó con fervor, tomando su mandíbula con dos dedos, mientras que Kim intentaba seguirle el beso, rodeando sus manos en el cuello del mayor.

Cuando tuvieron que separarse, Lee se echó a un lado del menor, colocando su brazo debajo de su cabeza, mirando el techo.

Kim, por su parte, se acercó al mayor y colocó su cabeza en la curvatura del más alto, sólo escuchando su respiración, la cual ya había vuelto a la normalidad.

Porque besar a Lee Heeseung siempre le robaba el aire.

— Me gusta estar así — admitió el castaño en un susurro.

Heeseung sonrió con ternura, depositando un pequeño beso en la frente del más bajo.

— También a mi — habló, también susurrando.

La habitación comenzaba a llenarse con un silencio cómodo, en la que ninguno necesitaba romper el hielo.

Disfrutaban estar así.

El castaño comenzó a trazar pequeñas figuritas en el pecho del mayor, mientras sentía como este se inflaba de vez en cuando con una calma que incluso tranquilizaba a Sunoo.

Heeseung tenía los ojos cerrados, sintiendo el pequeño dedo de Kim sobre él.

En seguida, bajó el brazo hasta el trasero del castaño sin pudor alguno.

Sunoo le dió un pequeño golpe en el hombro, juguetón.

— Eres un descarado — le dijo, medio riendo.

Heeseung soltó una carcajada y asintió, subiendo su mano hasta la cintura del más bajo, rodeándolo.

El pelinegro no lograba entender qué le sucedía pero estaba seguro que deseaba tanto quedarse al lado de aquel chico de hebras castaños, de bonitas mejillas y de labios adictivos porque no sabía si podría estar un segundo sin él.

Estaba condenado.

(2/2)

...

𓏲 ๋࣭   ࣪˖ 𝐊𝐢𝐬𝐬 𝐌𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora