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Yeonjun tomaba del brazo a Beomgyu mientras lo arrastraba fuera de la cafetería, el castaño le pedía casi a gritos que dejara en paz a sus amigos.

—Por favor Yeonjun, golpéame a mí, el problema es conmigo, no los involucres —hacía todo lo posible para contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse de sus ojos —. Te lo pido, déjalos ir

El pelinegro seguía sin decir nada, la presión en el brazo de Beomgyu se hacía más fuerte, logrando sacarle uno que otro quejido mientras salían de aquel edificio. Se dirigieron al chanciller, la expresión de su agresor era de rabia pura. Cruzaron el campo, por lo rápido que iba, el más bajo tropezaba con sus pies de vez en cuando.

Rodearon las gradas caminando por un sendero de césped sin cortar llegando a unas escaleras, bajaron el lugar y cruzaron una puerta de color plateada. Estaban en los vestidores. El equipo de fútbol los miró a ambos, Yeonjun les gritó a todos que salieran y sin reprochar, todos se fueron, no sin antes mirar con lástima a Beomgyu. Una vez solos, Yeonjun empujó al castaño dentro del lugar —con tanta fuerza que cayó al suelo—, cerrando de un portazo la puerta.

Se giró a mirarlo, el bajito ya estaba en un rincón mirando con miedo al mayor. El corazón le latía de una manera horrible, estaba pálido y ya tenía los ojos húmedos.

Yeonjun se le acercó, se agacho a su altura y con un soplido, apartó un mechón de cabello de su rostro. Por más miedo que tuviera, por más que supiera que iba a golpearlo hasta el cansancio, Beomgyu lo veía precioso.

Enterró las yemas de sus dedos en el rostro del bajito, él, en respuesta, soltó un quejido.

—Beomgyu, no es necesario que yo le haga daño a tus amigos —dijo, fingiendo estar arrepentido. Relamió sus labios y su expresión se relajó —. No quiero hacerles daño, de verdad. Solo que... Taehyun se cree lo suficientemente valiente —estaba sujetando el rostro de Beomgyu tan fuerte que iba a ocasionarle marcas —, y tú, piensas tener el valor delante de él para huir

—Yeonjun...

—Para tirarme al suelo —su rostro volvía a tener esa expresión amenazante

—Yeonjun... No estaba...

—Y hoy, en vez de asumir las consecuencias, dejaste de tus amigos mediocres te escondieran 

—¡Yeonjun por favor! —sollozó Beomgyu, tratando de zafarse de los dedos del pelinegro

Para su sorpresa, el más alto soltó su rostro, pasó las yemas de sus dedos por las notorias marcas rosadas que habían dejado los mismos. En cuanto se levantó, Beomgyu posó su propia palma en una de sus mejillas, mientras limpiaba sus ojos con la manga de su suéter.

—Por favor... Yeonjun, no lastimes a Kai, ni a Felix, tampoco a Taehyun... —dijo en cuanto pudo hablar —Ellos no tienen nada que ver en esto

El pelinegro lo miró con una ceja arqueada. Volvió a agacharse a su altura y en forma de defensa, el castaño se encogió en su lugar. Extendió una mano hasta el rostro contrario y lo acunó con cuidado.

Abrió los labios para decir algo, sin embargo, algo completamente diferente salió de ellos: —Eres tan patetico

Beomgyu tragó.

—Es lo único que te pido...

—¡Ya cállate! —bramó Yeonjun, pero no parecía molesto

Se quedaron en silencio unos momentos, hasta que la respiración del pelinegro se tranquilizó y el sollozo de Beomgyu cesó. El mayor se pasó la mano por el rostro y se volvió a levantar. Miró al chico que aún seguía en el suelo y gruñó.

As you pungle daggers into my heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora