7. ¿Mi monstruito está bien?

238 8 0
                                    

Disfrutamos el día juntos, miramos una película, limpiamos, cocinamos, todo hasta que llegó la noche. Y cuando llega la noche, bueno, llega el placer ¿no es cierto?

Saqué el látigo del guardarropas y las vendas, eso era lo único que necesitaba hoy. Prendí velas por la habitación y apagué la luz, para que solo nos alumbre la luz de la luna y las luces de las velas.

Hoy mi criaturita se portó bien así que nada de castigos, solo placer y amor.

Lo recosté en la cama boca arriba y lo fui desvistiendo hasta dejarlo sin ropa, el solo pensar en lo que le iba a hacer ya me ponía cachonda, así que bajé mi pantalón con mi bombacha y me quité la remera.

No dudé en subirme arriba de él y frotarme para adelante y para atrás haciendo que nuestras caderas se rocen y yo me mojé encima de él, logrando que a este se le pare.

Agarré una de sus manos y la puse sobre uno de mis pechos y él apretó con gusto. Seguimos así hasta que yo ardía de placer y lo necesitaba adentro, así que con su ayuda lo metí y arqueé mi espalda de satisfacción.

Moví mis caderas con fuerza contra las de él y agarré el látigo para golpear su pecho una y otra vez, hasta ver las largas marcas rojas sobre su ser. Los gritos de dolor no tardaron en llegar y yo paré cuando por fin aparecieron unas marcas casi sangrantes. En ese momento pasé el látigo por su cuello dando tres vueltas y tiré para ahorcarlo un poco.

Soltó un sonido seco e intentó sostener el látigo para que no lo ahogue, pero por supuesto yo sabía hasta qué punto llegar y no iba a matar a mi criaturita o dejarla inconsciente. Solo iba a disfrutar de su desespero.

Le puse la venda en los ojos y lo dejé sentir todo a flor de piel, mientras yo llegaba a mi orgas*mo.

Para aliviarlo, solté el látigo y él mismo se lo soltó un poco más.

—¿Mi monstruito está bien?

—Si, mi reina.

Bien.

Terminamos después de que le quite la venda y vuelva a apretar un poco más el látigo, haciendo que se venga mientras se ahogaba.

Solté en cuanto terminó del todo y yo me subí a su cara, todavía chorreando su se*men, para que me ayude a terminar, lo que gracias a las veces que lo hice no duré mucho.

Me moví y caí a su lado, ordenándole que se remueva el látigo del cuello. Me hizo caso y lo dejó a un lado. Yo le removí la venda y besé sus labios, por portarse tan bien.

Nos quedamos ahí, mientras él me acariciaba como me gusta y después nos fuimos a dar un baño.

Yo lavé su pecho y las marcas rojas que le quedaron iban a duran unos días más. Lavé sus risos colorados con el mejor shampoo y apliqué crema en sus puntas. Cuidé de él como cualquier buen Dom lo haría y fuimos a la cama a dormir juntos como cualquier buena pareja lo haría.

Eso es lo que me gusta de nosotros, encontramos un balance en nuestra vida diaria, en el amor que nos tenemos siendo una pareja como cualquier otra y siendo una relación de dominación/sumisión como cualquier otra también.

Mi monstruito... no sabría que hacer sin él. Él le dá esa chispa a mi vida, que necesito. Le dá el amor que requiero. Y le dá mi necesidad de dominar que ansío.

Lo abracé al dormir, al igual que él, a los dos nos gustaba dormir acompañados y esa fue una de las reglas de nuestro contrato, no importa a dónde se vaya de noche, siempre hay que volver a dormir juntos. Porque una reina no sería nada sin su monstruito y su monstruito no sería nada sin su reina.

______________________

Este salió cortito, perdón! 

El prox vale la pena.

Nos leemos👾  

La dueña de mi vida [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora