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# Nota

Las cursivas son recuerdos.

A decir verdad, su pequeña familia se había tomado de una buena manera la noticia -o más bien bomba- que les dio el martes por la noche cuando llegaron a su hogar.

Su padre correteó a Changbin por casi toda la estancia para cortarle las bolas, según él. Por otro lado, su madre reaccionó llena de felicidad, besó su frente y lo abrazó con fuerza, llevaban meses sin verse por el trabajo de esta, la mujer se dedicaba a los negocios en el exterior, era sorprendente que una mujer tan joven hubiese logrado, su madre apenas cumplió los 38 años, siempre fue un claro ejemplo a seguir, todo el imperio Kim-Lee lo había construido ella, poco después de casarse con su padre fue que decidieron fusionar ambas empresas.

Sin embargo, para bien o para mal no todo es risas, besos y amor, apenas había pasado una semana desde que Changbin lo marcó, toda esa semana se la había pasado pegado como garrapata al alfa, buscando su merecida atención, sacaba a relucir a su omega mimoso y coqueto, era amante de los juegos.

Pero alto ahí, no podemos pasar por alto qué sucedió cuando la pareja mayor llegó.

Finalmente el celo llegó a su fin, Changbin pudo tomar un respiro y el cuerpo del pelirosa también, con las caderas repletas de las marcas que las manos del alfa impregnaron, los muslos y el cuello llenos de chupones feroces junto a una marca renovada el lunes por la tarde; cada que los colmillos de Changbin se incrustaban en su piel el omega se removía con violencia debajo suyo, abrumado por el placer que lo recorría.

Juna abrió la puerta siendo seguida por su marido, una oleada de fuertes olores azotaron sus sensibles narices, optó por taparse la nariz mientras inspeccionaba el alrededor.
No tuvo que caminar mucho para encontrar a los causantes de tales olores no tan agradables; el sofá más grande estaba desplegado — ya que era un sofá-cama — repleto de almohadas y mantas calientes para el clima, su hijo dormía plácidamente entre los brazos de un individuo desconocido, un alfa.

Si ella no pegó un grito al cielo, sin duda alguna Soo-hyun lo hizo.

— ¡Lee Felix! — La mujer rió al ver que su esposo rodeaba el gran sofá hasta llegar al lado de la pareja acurrucada, admiró a su hijo abrir lentamente los ojos por lo que sonrió apenas él la enfocó.

— ¡Ma! ¡Estás en casa! — Se levantó como un resorte del refugio de mantas en el que estaba enredado, extendió los brazos en su dirección pues un tercero le impedía moverse. — Bin. — Zarandeó al alfa. — ¡Changbin!

— ¿Qué pasa, amor?

— ¿No te importa que mi mamá te vea sin camisa? Es decir, a mí no me molesta.

— ¿Tu qué? — Avergonzado tanteó el suelo para toparse con que Felix vestía su camisa. Rascando su nuca se enderezó con la espalda recta para ponerse de pie aún avergonzado. — Mucho gusto conocerla, señora Lee, mi nombre es Changbin. — Carraspeó con las mejillas sonrojadas. — Me hubiese gustado recibirla de una mejor manera, pero ya ve...

— ¡Tú! ¡Te voy a ahorcar!

— ¡Juro que Felix me persuadió!

— ¡Y cedes ante un omega en celo!

Changbin alzó una ceja indignado. — ¿Usted nunca lo hizo?

Aquello fue el detonante, el alfa mayor comenzó a perseguirlo por unos veinte minutos hasta que se dio por vencido, bañado en sudor gruñó algo que su condición ya no era la de antes.

Before meeting you • ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora