III. Orgullo

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-Lo siento mucho, señor UK- un acento que no había escuchado antes me distrajo de mi paranoia. Una conmoción a mi espalda basto para llamar la atención de los más cercanos a ella, incluso yo incluida. 

Fue cuando me percate de que los murmullos que creía eran hacía mí eran, en realidad, para un joven que pedía disculpas. Un joven completamente azorado y guapo.

-Sus lamentos pueden excusar una parte de la falta de modales, pero en exageración son irritables- respondió el inglés mientras limpiaba el líquido que había caído en su saco.

-¿Disculpe?- preguntó molesto el chico, deteniendo su discurso como quien cierra un grifo.

-Esta excusado. Ustedes los países jóvenes deberían aprender a comportarse en sociedad, a veces pecan de indómitos e imprudentes. Ahora, si me disculpa...

-Mira ingles de...- el joven, que hacía unos segundos tenía una timidez encantadora adquirió un gesto de potente furia.

Desde mi posición, vi la manzana de Adán del ingles moverse, tragando nervioso. Es mi conjetura personal pero creo que tan proto soltó esas palabras, se arrepintió. Un dato curioso, UK siempre fue más aprehensivo con los varones, en especial los atractivos. 

¿Tal vez un sentido de inferioridad dado que él, por lejos, jamás sería igual de bien parecido?

-Detente- España sujeto al joven de la muñeca, regañándolo con la mirada. Eran en extremo parecidos, los rasgos del rostro delataban cierta familiaridad. El joven se calló más seguía viendo a UK con una mirada capaz de matar.

-Justo mi punto- continuó el inglés, ajeno al odio con el que era visto. El otro hombre se deshizo del agarre del español y se acercó un paso más a su ahora adversario.

United Kingdom te humillo, a ti y a tu familia, pude ver en tu mirada que la ofensa no quedaría sin respuesta. 

Pero para nuestra sorpresa, la de la audiencia, solo sonreíste, inventaste una excusa y te retiraste caminando con la espalda recta y la cabeza erguida. Creo que ahí fue cuando empecé a admirarte.

-No te metas con ellos- amenazó España a UK, antes de salir detrás del otro. Mire en dirección a la ONU, quién cobardemente se había quedado al margen de la situación. Su antecesor ya hubiese intervenido. Debió sentir mi mirada decepcionada, dado que despabilo y tontamente se acercó al país inglés.

He de decir que me sorprendió que UK y yo compartiéramos ideas similares. La superioridad de unos sobre otros. ¿Por qué mi líder no lo invito primero a ser parte de nuestra alianza? Jamás entendí porque no me había hecho caso.

Pero ¿sería cierto lo que dijo UK? Por alguna razón, parecía muy molesto contigo, como si le hubieses propinado la peor de las ofensas, a él y a su familia. Honestamente, no entiendo el porque de su comentario. Solo cayó un poco de champan en su manga, ¿no?

Como fuera, despertaste mi curiosidad, trate de distinguirte entre la multitud, pero para mi congoja no te volví a divisar, y vaya que eras alto.

La velada pasaba aburrida, mis antiguos amigos permanecían alejados, cada uno vigilado por sus propias guardias, y yo ya me había acostumbrado a las miradas burlescas sazonadas con murmullos irónicos. 

Entonces, cuando creía que la noche no podía ser peor, un cabello celeste como el cielo más puro me hipnotizo. Mi corazón dio un brinco cuando mis ojos se enfocaron nuevamente en ti. Estabas conversando animadamente con otros países, sudamericanos todos, creo, en el fondo del salón. Supongo que alguna emoción intensa hizo a tu cabello delatar el color de tu bandera. 

-¿Una bebida?- una mesera apareció con una bandeja. Tomé la pequeña copa de champan y sonreí sin ganas. Creía que me quitarían la copa, más los guardias me ignoraron por completo. ¿Podría degustarla aún sin lengua? No importo, simplemente bebí y comprobé que aún podía saborear las cosas.

En una veladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora