Escoria o Caballero

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Desde que se mudó al otro lado de la ciudad para vivir sola después de graduarse en criminalística, Kohaku sentía mucho la falta de su familia, pero sobre todo la falta de su hermana mayor Ruri. Siempre fueron inseparables y ahora les era muy duro estar a tantos kilómetros de distancia la una de la otra.

Era por esa razón que cada martes y cada sábado Kohaku estaba dispuesta a tragarse la insufrible tarea de tomar el metro lleno hasta el tope por más de una hora para así poder pasar la tarde con su adorada hermana en la casa en donde crecieron, y casi siempre tenía que ir de pie y luego era caminar cuatro calles hasta la casa donde su hermana vivía con su esposo Chrome y su hijo de tres añitos de edad, Ruchiru, aparte de su padre Kokuyo.

Cada viaje era agotador, más porque normalmente viajaba luego de trabajar, pero valía la pena por ver a su amada familia, sobre todo a su hermana y su sobrinito, además muchas veces tenía que hacer trabajo de investigación sobre criminales y llevarse ese trabajo a casa con permiso de su jefe, así que podía permitirse tantas visitas semanales por varias horas o a veces incluso pasar el resto del día con su familia. Como ahora, que su hermana la había invitado a un evento de caridad que organizaba el restaurante más caro de la ciudad, propiedad de la adinerada familia Nanami, y donde todo lo que compraran se iría al hospital infantil, y como los dueños conocían a Chrome por su trabajo los invitaron, reservándoles una buena mesa.

El plan era simplemente darse un festín y luego volver a casa donde su padre estaba cuidando a Ruchiru, pero resulta que ofrecieron una nueva bebida gratuita al primer vaso y, aunque normalmente no bebía, Kohaku acabó accediendo a probar y le encantó tanto que acabó gastándose medio salario en más de ese dulce licor.

Chrome y Ruri decidieron quedarse más tiempo para dejarla emborracharse a su gusto ya que ella por lo general nunca se divertía tanto en las fiestas, pero acabaron distrayéndose cuando el restaurante ofreció un espectáculo de magia del famoso Asagiri Gen y ellos fueron iluminados por un reflector para ofrecerse como voluntarios para participar en sus increíbles trucos, aunque al principio dudaron, pero el tal Asagiri Gen los convenció y la pareja acabó yendo, y de hecho se divirtieron mucho con los trucos de magia y mentalismo... tal vez fue por eso no se dieron cuenta de que un hombre se acercó a la muy alcoholizada Kohaku y se la llevó del restaurante a un hotel a solo pocos metros de distancia, cruzando la calle.

Kohaku se despertó a la mañana siguiente maldiciendo, y maldijo aún más al darse cuenta de que había pasado una noche muy apasionada con algún sinvergüenza que se aprovechó que estaba totalmente borracha. Se duchó y regresó a casa de su hermana donde esta histérica la abrazó y le pidió perdón de mil y un formas. Ella obviamente se sentía molesta y avergonzada por lo que sucedió, pero no culpaba a nadie más que a sí misma por emborracharse de ese modo, bueno, a ella y al idiota que desgraciadamente no podía recordar.

Al poco tiempo se olvidó de eso y siguió con su vida como sí nada, hasta que casi dos meses después se dio cuenta de que su periodo se atrasó muchísimo más de lo normal.

Las seis pruebas de embarazo que compró salieron positivas, pero aun así quería ir al hospital para confirmarlo, aunque no quería ir sola, así que el sábado que le tocaba ir a visitar a Ruri se sujetó nerviosamente de uno de los soportes del metro mientras pensaba cómo demonios iba a decirle que muy probablemente estaba embarazada de un perfecto extraño.

Sus pensamientos eran frenéticos y nerviosos, así que empezó a mirar por las ventanas en un intento por distraerse hasta que su vista se fijó en un rostro muy familiar con ojos sorprendentemente rojos y cabello extraño blanco-verdoso y con un estilo puntiagudo que de hecho le quedaba muy bien.

Oh, era él.

Nunca había hablado con él ni lo había visto fuera del metro, pero le llamó la atención no solo porque en su opinión era guapísimo, sino porque siempre coincidían en el metro, él siempre se sentaba en el mismo lugar y ella siempre acababa parada frente a él. Todos los martes y sábados lo veía en el metro. Los martes solo lo veía cuando regresaba a casa, y los sábados cuando iba de camino a casa de Ruri. Y la verdad él era muy atractivo, probablemente no era la única mujer que se le quedaba mirando embobada en cada viaje.

Semana SenHaku 2022 - 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora