Capítulo 1

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El castaño miró con una sonrisa burlona a su compañero

- Mírate, después de un verano entero y sigues sin superar el 1,60

El pelirrojo suspiró con rabia, alzando la cabeza para encontrar los ojos marrones de el más alto

- ...Mira que tocarnos en la misma clase, me cago en to...

- Ni que yo me alegrara de verte, enano

- Gilipollas

- Trabajador de Blancanieves

- Código de barras

Podrían seguir así toda la mañana, si no fuera porque un profesor entró a la clase. Era un nombre alto, bueno, tampoco tan alto, con el pelo negro y un lugar debajo el labio. Llevaba unas gafas redondas y un traje marrón, y su cara relejaba sus inexistentes ganas de estar ahí

- Buenos días clase, soy Ango Sakaguchi, voy a ser vuestro tutor y profesor de matemáticas durante este curso

Todos los alumnos le miraron, algunos pensando que podía ser solo una mala primera impresión, y que en verdad era uno de esos profesores que te hacían amar la asignatura por muy tostón que fuera; otros, decidiendo de antemano que ese hombre tenía de interesante lo que tendría una clase sobre la reproducción de las hormigas.

Los optimistas decidieron pensar que a lo mejor era un hombre agradable que no había dormido mucho, será majo y todo; los pesimistas, que esa cara que traía para comenzar el curso era la misma que iba a llevar todo el año. Algo que caracteriza a los pesimistas es que se ponen en lo peor para que al ver la realidad el golpe no sea tan duro, y como en otras veces, sus sospechas eran ciertas, ya que el adulto, acomodándose las gafas, crujió sus dedos y se acercó a su mesa, cogiendo un trozo de papel que había.

- No os sentéis todavía, llevo muchos años en el oficio y sé de sobra que el mejor método para trabajar bien es sentaros por orden alfabético - ese "trozo de papel" era, al parecer, la lista de clase

"Majo mis cojones, a tomar por culo" los estudiantes comenzaron a quejarse, cosa que a Ango ni le importó. Se podría decir que después de todo el tiempo que llevaba haciendo de tutor, ya fuera a niños por individual, escuelas primarias o secundarias, lo que pensaran sus alumnos de él ni le inmutaba, después de todo, era su profesor, no su amigo. Ignoró las quejas de algunas alumnas y comenzó a recitar la lista de clase y a asignar los pupitres, llegando en un corto tiempo a pasar a la "C"

- Nakahara Chuuya, la del fondo a la derecha. -el nombrado cogió sus cosas y se dispuso a sentarse dónde le habían asignado, obedientemente, pero si te fijabas, podías ver que tenía los dedos cruzados - Osamu Dazai, en la mesa del fondo, la de Nakahara, en el lado de la ventana. (*)

Chuuya se maldijo, si estaba cruzando los dedos era porque internamente estaba rezando para que no le tocara con su pesado compañero. Dazai, a su contra, le miró con asco, sacándole la lengua, haciendo un gesto infantil como si de un niño chiquito se tratara. Ninguno de los dos dijo nada, su cara de desagrado decía todo lo que tenían que decir sin necesidad de usar palabras. Se sentaron, se dedicaron una mueca de asco, y comenzaron a maldecirse en voz baja.

- No sé si me han puesto al lado de la ventana para tirarme yo o tirarte a ti - Dazai comenzó el ataque 

- Si te tiras tú, le haces un favor al mundo. El único inconveniente sería tu sangre por el suelo - Chuuya contraatacó alentándole 

- Con lo pequeño que eres, te acabarías ahogando en ella - Uff...Dazai atinó justo en su golpe bajo, como su contrincante

Siguieron lanzándose pullas por el resto de la clase, a pesar de ser regañados por Ango, que ya se arrepentía de haberlos puesto juntos. Acabó la clase, y, en seguida, ya era la hora del recreo. Mientras todos salían, Dazai se quedó en el aula, comiendo una manzana, su hermano le había dicho que tenía que comer, que estaba unos kilos debajo del peso standard para su estatura, y que no era sano saltarse comidas. En verdad le daba bastante igual su peso o la comida en sí, a veces se olvidaba de alimentarse hasta que llegaba su hermano y le preguntaba "¿Qué has comido?" y el respondía un inocente "Ay, se me había olvidado". Dió un mordisco a la manzana, y sacó su móvil, le había venido un recuerdo del verano. Buscó en la galería de fotos hasta encontrar la foto de una chica pelinegra besando su mejilla, mientras él sonreía.

Dos Lobas en el ArmarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora