O1: Pandora.

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Viernes 29 de septiembre de 1820, Paris, Francia.

Su agria mirada penetraba aquel ventanal. Se contemplaba bajo el sol. ¿Por qué tendría que esmerarse por acabar con aquel corriente linaje de chupa-sangres? ¿No podría hacerlo su padre? Él seguía con vida y necesitaba jugar a la acción.

Era un dolor de espalda, como cada misión.

Pero no se podría ser un holgazán, no después de la gran pérdida que su hermano significó para su familia. Divagar en ello sería en vano ahora que una situación tan importante se encontraba frente a él, necesitado de idear un plan mas preso de sus pensamientos fue que simplemente desertó de toda idea propia.

Aquel moreno que gustoso se paseaba por los pasillos con un público que lo adoraba, ajeno al conflicto en manos que pronto sería su llegada. Un paso firme que cumplía como presentación a su arribo, él era su objetivo. Y vaya que era algo.

Él igualmente necesitaba ponerse en marcha, al ser su primer día en la Escuela Normal Superior no quería llamar mucho la atención, pasar desapercibido y convencer a los demás de que él era común y corriente, por supuesto no un individuo cuya misión vagaba entre el asesinato y el homicidio.

La oficina del director se mostraba reluciente, impecables decoraciones y los arreglos florales más preciosos que podría encontrar en toda Francia. Analizaba su alrededor y es que mentía si decía que no le vendría bien familiarizarse con el entorno; nunca se sabe cuando necesites ubicar un jarrón para arrojar a un vampiro furioso.

Chevalier Tsukishima, es un placer por fin tenerlo por aquí y permítame ser el primero en darle la bienvenida por parte de todo el plantel académico.— Fue la voz del señor Pierre Dupont, jefe académico y a quien su familia alguna vez habría ayudado. La realidad es que la fachada que usaban los Tsukishima era de ser comerciantes que vagaban por todo el mundo en búsqueda de objetos valiosos, y aunque esto no era del todo mentira, él no creía que denominar a los tesoros de esos vampiros a los que exterminaban como "mercancía" sería adecuado.

— Se lo agradezco infinitamente, no quisiera haberlo molestado cuando es de mi conocimiento lo ocupado que está ahora que el ciclo ha reanudado.— El rubio ahora hablaba sin mirarlo a los ojos, su vista seguía clavada en las decoraciones. No es secreto que Kei era un muchacho un tanto hostil y vulgar cuando de relacionarse se trataba, pero vaya que sorprendió al señor que sus padres no hayan exagerado.

—¡Pero para nada! Sin duda veo que no tendrá problema alguno en...adaptarse.— Esto último vino en un tono más ajeno, como rindiéndose a llamar su atención.— Por favor, anda a tus clases que una ausencia en tu primer día no sería lo ejemplar.

Altanero se levantó, no dirigió ni una despedida al contrario y salió sin decir una palabra. Es aquí donde los rumores de su llegada se esparcirían por toda la academia. Un alumno incapaz de reconocer a sus superiores y, a su vez, tan pálido como las historias contaban.

Debe ser un vampiro.— Pensaron varios a su alrededor.

Él era indiferente, claro está. Tiene una misión única y el tiempo es algo valioso para su familia, en cuanto antes termine su cacería iría tras el siguiente. Con la mirada divisó a cada alumno que con recelo le dejaban pasar dejando un rastro de murmullos sobre él. ¿Qué tenía de rara su apariencia? Nunca nadie en su familia tuvo estos problemas de adaptación. El problema era él mismo.

Inmerso en sus pensamientos no se percató que chocaría con alguien, provocando la caída de su propio bolso y del ajeno. Se agachó a recogerlos, puesto que ni siquiera le regalaría la dicha de escuchar una disculpa al contrario que no se apartó de su camino. Tsukishima estaba de mal humor y era evidente.

—¿Está bien, joven Kuroo?— Dice una voz chillona— ¡No puedo creer que alguien osara en chocar con usted y no sea lo suficientemente prudente en ofrecerle una disculpa!

— No te preocupes, Mika, estas cosas tienden a suceder y es mejor evitarnos problemas. Estoy seguro que nuestro compañero no tenía la intención de tropezar.— Kei elevó la vista y notó esos ojos filosos, unos leves colmillos que podrían pasar desapercibidos para todos, excepto para él; la tez morena y el cabello oscuro confirmaban con quien hablaba.— ¿O me equivoco, hm?

El moreno se inclinó para ayudarle a recoger lo que habrían tirado, y una vez estuvieron al mismo nivel, susurró.— Es bueno tener un Tsukishima por aquí, te deseo suerte...y mi preocupación crece dado el último incidente.— Terminó por recoger lo suyo y lo de un confundido rubio, a quien le entregó las pertenencias cuando se incorporó.

Sabía que su caza sería difícil, pero ahora lo sería más cuando su víctima lo reconocía tan fácilmente. No era siquiera el mejor de los Tsukishima, su hermano lo había sido hasta que pereció en una captura. Un vampiro acabó su vida y con ello su odio a la raza aumentó. Que "Kuroo Tetsuro" mencionara un suceso tan

Ni siquiera le otorgó una segunda mirada, partió hacia un salón (que previamente habría averiguado dónde estaba) y se sentó en donde disponibilidad había. La clase era irrelevante para su itinerario puesto que tampoco le interesaba del todo el aprender algo ajeno a lo que su familia conoció.

Durante la hora que estuvo ahí sentía la atención de alguien más, cada tanto se distraía y atrapaba a un peliverde robándole miradas muy insistentes. Muy bien, tendrá que esquivar a toda costa a este muchacho que parecía no desistir en cautivarlo. En un momento dado de la clase el chico comenzó a acercarse a su lugar hasta finalmente llegar a su lado e intentar iniciar una conversación con él.

—¡Hola! Mi nombre es Tadashi, ¿cuál es el tuyo?— Inquiere a la par que se acomoda junto a él,  de sus intenciones no era una prioridad el hacer amigos, sin embargo el conocer a alguien le ayudaría a pasar desapercibido, aunque no sabe de quién quiere ocultarse si su identidad ya fue descubierta.

—Tsukishima Kei.— Contestó cortante sin despegar su vista del profesor cuya explicación era ignorada por todos en la clase, era imposible seguir el ritmo a alguien que no pretende esperar a que algunos terminen de procesar la información, él claro que podía pero tampoco estaba ahí para aprender de verdad. ¿Por qué lo necesitaría cuando su destino está marcado desde su nacimiento?

—¿Eres de nuevo ingreso, Tsukishima?— Ambos sabían la respuesta, mas el rubio comprendía el ímpetu tan innecesario de evadir los silencios incómodos; a él no le molestaban.

—Así es.

La sesión terminó con normalidad y guardó sus cosas. No esperaba al chico, por lo que simplemente partió, aunque pudo escuchar un breve saludo de su parte que se vio sofocado por el bullicio de las personas saliendo de sus clases.

Llegar a su casa era lo tedioso del momento, sus padres utilizaban un carruaje que con algo de esfuerzo podía atraer más miradas de lo que le gustaría, y eso no aportaba de por sí a la mala reputación que tenía. Era un vehículo que usaban era uno poco común, no lo solían tener nadie mas que familias acaudaladas.

Por la ventana pudo apreciar a varios estudiantes comenzar a murmurar, qué fastidio.

En el asiento iba su madre, y es que es la única que aún se atreve a mirarlo directamente a los ojos. Para su padre era imposible, él y su hermano eran casi idénticos y le recordaba lo mucho que falló como un progenitor. Hablaban lo indispensable pero no más allá, y a Kei le dolía más de lo que podía admitir; eran dos hombres soberbios que su forma de afrontar la situación es evitarse mutuamente.

[ ... ]

Muy lejos de aquella adorable y un tanto disfuncional familia se encontraba un pelinegro admirando la escena. Al fin había conocido al siguiente hijo de los Tsukishima, desde el último él no conseguía divertirse.

Oculto en las sombras simplemente desapareció, será interesante ver a dónde los lleva ahora el destino.

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⏰ Última actualización: Nov 10 ⏰

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