Conociendo la verdad

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Se encontraba sentada en presidencia, otra vez tenía consigo la carta de renuncia que él le había enviado con su secretaria después de esa sentencia que le lanzó en la mañana: “Le juro por lo más sagrado que a partir de este momento, para su alivio y mi infortunio, renuncio a usted”... ¿Alivio? ¿Cual alivio?. Si al ver la determinación en los ojos de Armando lo que sintio fue un terror absoluto, su corazón le gritaba que lo detenga, pero su mente no dejó que su cuerpo se moviera y ahí se quedó, con su dignidad intacta y su corazón destrozado.

Habían pasado tantas cosas esa mañana... La renuncia de Armando, la conversación que jamás pensó tener con doña Margarita y menos aún, con Marcela Valencia, que la cabeza de Betty era un lío y solo podía pensar en todo lo que aquellas dos mujeres le habían dicho de Armando y que ella desconocía totalmente... Ambas habían abogado por él, contandole todo lo que ellas habían visto y padecido de Armando en esos días que ella dejo Ecomoda y se fue a Cartagena... Sus confesiones de amor, sus cambios desde que mantenía una relación clandestina con ella y lo hundido que lo veían cuando ella se fue, todo eso lo hicieron para que ella lo haga desistir de la idea de marcharse de Ecomoda, y más aún de Bogotá, y aunque en un principio se negó a creer en lo que le dijo Margarita por el simple hecho de que ella era su mamá y la creía capaz de mentir por su hijo, la duda se implantó en su corazón y al escuchar la confesión de la propia Marcela Valencia, ya no pudo negarse a aceptar lo que su corazón le gritaba: “Armando Mendoza se había enamorado de ella aún con su apariencia anterior, y había sufrido tanto o más que ella por todo el juego sucio que se inventó y en el cual quedó atrapado”.

Haciendo un esfuerzo enorme por contener las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos, Betty recordaba las dos conversaciones que habían dado un vuelco a su vida y a su corazón...

Recuerdo...

Betty se encontraba en presidencia hablando con el cuartel sobre la renuncia de Don Armando, cuando las puertas de su oficina se abren y por ellas aparece doña Margarita...

DM: Hola Beatriz, necesito hablar con usted (dijo en tono serio y lanzando una mirada de se nos disculpan... al cuartel).

B: Si claro, muchachas regresen a sus puestos, Aura María archive esto por favor (dijo dándole la carta de renuncia de Armando junto con la nota que el le envió adjunta a ella).

Las muchachas salen de presidencia y las dejan a solas para que hablen tranquilas...

Betty le hace un gesto a doña Margarita indicandole que se siente, la señora accede y ambas quedan frente a frente, solamente separadas por el escritorio de Betty.

B (nerviosa): Usted dirá doña Margarita, la escucho...

DM: No se si usted lo sabe Beatriz, pero yo estoy al tanto de lo que pasó entre usted y mi hijo cuando usted era su asistente...

B (aún más nerviosa): ¿A... a qué se... se refiere señora?

DM: A la relación amorosa que mantuvo con mi hijo, en esa época... (Betty abrió grandes los ojos, queriendo que la tierra se la trague) Yo me enteré de todo Beatriz.

B (bajando avergonzada la mirada): Su... supongo que también sa... sabe cómo inicio to... todo.

DM (con tono firme y serio): Por supuesto que lo sé, yo conozco toda la historia, a diferencia de usted (Beatriz la mira sin comprender) Si Beatriz, así como lo oye, hay una parte de la historia que usted no conoce, que sucedió en el tiempo en el que usted dejo la empresa y se fue a Cartagena con Catalina Ángel, una parte que la protagonizó mi hijo, pero que la involucra directamente a usted... y es hora de que conozca la verdadera historia de Armando, Beatriz y se la voy a contar yo...

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