Entre Bogotá y Cartagena (1° Parte)

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Desde que Betty se marchó a Cartagena, Armando se comunicaba con ella a diario como mínimo 3 veces al día. La extrañaba tanto, pero tenía que confesar que estaba disfrutando de esto de ser amigos. Recordaba divertido como fueron las cosas a su regreso a la empresa aquélla tarde...

No habían acabado de abrirse las puertas del ascensor cuando las muchachas del cuartel se le habían abalanzado con miles de gritos y preguntas inentendibles ya que hablaban todas al tiempo. Armando y Betty se miraron, y para sorpresa de ella, la mirada de él, no reflejaba enojo, si no que estaba impregnada de súplica, Armando le estaba rogando con los ojos que sea ella quien de las “explicaciones” a las fieras sedientas de chismes. Bety le sonrió tranquilamente, asintiendo a su pedido velado y muy seria, pero sin sonar enojada, les hablo a sus amigas...

B: Muchachas ¡por favor! (Todas se quedan calladas y la miran entre molestas y asustadas) Vean, yo sé que quieren saber que ha pasado desde que nos fuimos, pero por ahora lo único que “deben” saber es que ni Ar... Ni el doctor Armando ni yo, nos iremos de la empresa. Al menos no por el momento... (Berta iba a replicar) Y no Berta, no les diré nada mas, lo que tienen que saber, ya lo saben, lo demás es parte de “nuestra intimidad” y eso no forma parte del dominio público del cuartel y mucho menos puede tratarse en medio del lobby de la planta ejecutiva, así que les pido que regresen a sus puestos y nada de juntas del cuartel y mucho menos de andar con comentarios de pasillo...

Ante la determinación en la mirada y en el tono de voz empleado por Betty, las muchachas del cuartel, con el rostro contrariado ante la falta de información, se fueron a sus puestos, Armando le sonrió agradecido y antes de que pudiese decir algo, se oyó la voz estridente de don Hermes que salía desde la oficina de presidencia.

DH: ¡Beatriz Aurora!, hasta que por fin se aparece la señorita... ¿Será que se digna a darme una explicación de lo que pasó está mañana?

B (suspirando fastidiada): Ya voy papá.

DH: En este momento Beatriz Aurora, en este momento. No admito ninguna demora.

B: Que ya voy, no se preocupe.

Armando quiso acompañarla, pero ella se negó en redondo, esa explicación solo le correspondía a ella, así que Armando, con gesto fastidiado, se resigno a quedarse en su oficina, esperando a que ella acabe con la charla con el que podría ser su futuro suegro y muy juicioso espero a que Betty le cuente lo que habían hablado ella y don Hermes, para luego no “meter la pata” en caso de ser sometido a un tercer grado por el señor Pinzón.

........💖

En presidencia, Betty entra detrás de su papá que se queda parado frente al escritorio en pose que más parecía la de un sargento frente a un cabo que la de un padre frente a su hija. Betty iba muerta de los nervios, pero por fuera no demostraba nada, y fue capaz que sostener una firme mirada y una postura erguida ante la severa e implacable mirada que don Hermes le lanzaba.

DH: ¿Y bien?

B: ¿Y bien qué, papá? Que desea saber?

DH: No se pase de lista Beatriz Aurora ¡que usted sabe perfectamente bien lo que quiero saber! ¿Que fue esa forma de salir de la empresa con ese doctorcito? ¿Y que tanto hacían que se demoraron lo suyo en regresar y nadie sabía nada de ustedes? Y encima esos... “Comentarios” que lanzaban lás chismosas sin oficio de las secretarias de esta empresa! ¿Que demonios está pasando Beatriz Aurora? Mire que yo ya le tengo dicho de que el diablo es puerco y no quiero pensar que....

B: (con firmeza) Nada papá, no debe pensar nada porque nada está pasando entre Ar... entre don Armando y yo, al menos no lo que usted está pensando.

DH: A mí no me hablé en ese tono señorita ¡y ahora mismo me da una explicación de lo que ví y escuché acá hoy!

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