Epílogo:Una Última Vez.

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Rose estaba a punto de llorar.
Era el día de su boda, hacía un hermoso día soleado perfecto para celebrar la unión con él, la música ceremonial se escuchaba desde el salón en donde se encontraba. Se sentía hermosa, su hermoso vestido tan blanco como la nieve tenía mariposas que se movian, su madre le había hecho un hermoso peinado (luego de ponerle unos buenos litros de poción para alizar el cabello), y su tía la había maquillado para la ocasión. Estaban tan emocionada, que no se fijo cuando su padre ya estaba a su lado, ofreciendo su brazo.

– ¿Lista? – Le dijo él al oído.

– Lista – Afirmó esbozando una sonrisa y agarrando firmemente el brazo de su padre.

Entonces las puertas de abrieron, esperaba ver un pasillo rodeado de gente que la guiaba al altar junto a sus aplausos, con su futuro esposo esperando al final...

Pero el desconcierto la invadió cuando vió el salón vacío, las decoraciones que había elegido para la ocasión: flores, mesas, luces, etc. Ya no estaban, no había ni un solo invitado, no había nadie quien la esperara en el altar. Quiso mirar a su padre y preguntarle que ocurría, pero para su sorpresa él ya no estaba a su lado, había desaparecido. La musica se escuchaba desde el exterior, era musica de fiesta, aun más extrañada corrió hacia la ventana de cercana para ver que pasaba.

Ahí estaban todos sus invitados bailando, celebrando... Celebrando sin ella. Riendo sin ella. Hablando y compartiendo sin ella. De pronto las luces a su al rededor comenzaron a apagarse, la oscuridad la rodeaba. Ella estaba sola, desolada, con su tristeza. Ella estaba sola.

Y entonces...

Se despertó algo sobresaltada, mirando a su alrededor; fue un alivio saber que todo había sido una pesadilla.

Pero ese alivio no duró mucho cuando un fuerte dolor de cabeza la golpeó, miró hacia el suelo encontrándose una botella de alcohol medio vacía ahí parada; se había olvidado que había estado tomando la noche anterior. Suspiró frustrada, no tenía ninguna poción para el dolor de cabeza, y no se sentía con muchos ánimos de salir a comprar una, además sabía que sus primos la matarían al enterarse.

Su mirada se desvió hacía la ventana donde apenas el sol se estaba asomado, por lo cual era fácil adivinar que eran al rededor de las seis o siete de la mañana.

Se levantó, y se dirigió a la puerta para salir de su habitación, agarrando la botella de paso, caminó por el pasillo yendo hacia la cocina. Pasando primero por el baño, viendo en el espejo su cara demacrada.

¿Cómo había acabado así?

Al llegar a la cocina vació lo que quedaba de la botella, y luego la tiró. No tenía ganas de recibir otro regaño por parte de Fred.

Era irónico como los papeles se habían invertido, cuando se convirtió en prefecta en la escuela siempre andaba regañando a sus dos primos por hacer bromas, y ahora ellos la regañaban a ella por tomar demasiado.

Pero, ¿qué más podía hacer? Su vida sentimental se fue a la mierda luego de la "ahora boda de Albus", apenas llegó a su casa, tomó una valija puso todas sus cosas y se marchó unos días al hotel donde se ospedaba Hugo y Lily(pues ellos estudiaban en otro país y en unos días tendrían que volver), y luego se mudó al departamento que compartían James
Y Fred, pues Albus no tuvo de otra que mudarse a la mansión Malfoy (y aunque él lo negara, había sido orden de su padre por pendejo). Por poco la despiden,pero luego de dos meses volvió a trabajar como si nada hubiera pasado.

De hecho todavía no podía creer lo que había ocurrido aquel día hace sies meses, en un momento estaba llorando porque su prometido la había dejado plantada, y luego de una hora se reía a más no poder junto a su familia al ver las caras horrorizadas de Scorpius y Albus al enterarse que habían firmado el papel verdadero y que estaban oficialmente casados.

¡Scorpius Casemonos!-Alpius/ScorbusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora