Traté de matarlo y fallé, pero Naruto Namikaze no alcanzó su arma en represalia. Solo se quitó el cinturón.
Cualquier otro jefe de la mafia me habría metido una bala. Naruto me azotó el trasero desnudo y me ató a la cama. Dice que he sido una niña t...
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Cuando Naruto regresó a la habitación, ya había ordenado sus juguetes y elegido un libro. La idea de que me leyeran parecía tonta en la superficie, pero estaba aprendiendo a ignorar la vergüenza de ser tratada como una niña.
Si bien el tío Hiruzen me amaba y se aseguraba de que todas mis necesidades básicas fueran satisfechas, siempre me había puesto en una especie de pedestal. Ser perfecta todo el tiempo era agotador. Aquí, podía portarse mal todo lo que quisiera y todo lo que le producía era dolor en el trasero, en lugar del gélido trató que el tío Hiruzen usaba cuando se pasaba de la raya.
Aceptaría los azotes cualquier día. No es que estuviera a punto de decirle eso a Naruto. El hombre ya me conocía demasiado bien para mi propio bien. Por supuesto, todavía no sabía las peores partes. Una vez que lo hiciera, todo esto me sería arrebatado en un instante.
Entonces, ¿por qué no disfrutar el poco tiempo que tenía con él antes de la inevitable explosión?
Cuando la puerta se abrió, me levantó del sillón y corro hacia él, sosteniendo el libro que había elegido.
"¿Todavía vas a leer para mí?" preguntó, repentinamente insegura.
"Por supuesto, pequeña. De hecho, me tienes todo para ti por el resto del día."
"¿Enserio?" Pura alegría me llenó ante el pensamiento. "¿No tienes que trabajar?"
"El trabajo puede esperar. ¿Qué libro elegiste?"
"Éste." le entregó un libro con un unicornio en el frente. "Los unicornios son lindos y me causa curiosidad saber de qué trata."
"¿Ah sí? ¿A la pequeña señorita 'el rosa es asqueroso' le gustan los unicornios?"
"Mmmm. Son bonitos y podrían apuñalar a la gente con sus cuernos si quisieran."
Riendo, me levantó en brazos y me llevó a la silla. "Pequeña malcriada sedienta de sangre."
Me encogí de hombros, tratando de no tomar el comentario como algo personal. "Viene con el apellido."
"Mmm. Supongo que sí. Acomódate, pequeña."
Hice lo que indicó, acurrucándome en su abrazo mientras él abría el libro y lo leía. Puso mucho más esfuerzo de lo que esperaba, con voces tontas y pronunciaciones exageradas.
"¡El fin!" declaró, cerrando el libro con un chasquido dramático. "¿Disfrutaste tu libro, pequeña?"
"Sí papi. Gracias."
"Bien. Ahora, ¿qué dirías si comiéramos en el jardín?"
Sorprendida por la oferta, me siento y lo miró con el ceño fruncido. "Pero pensé que no se me permitía salir."
"No se te permite salir sola. Y no debes tratar de escapar" añadió, ahuecando mi trasero todavía dolorido y apretando con fuerza.
"¡Ay!" Me apartó de su regazo y me frotó el renovado dolor. "Seré buena, lo prometo."