Grayskull's Anatomy

Dijo que me ama

Catra fue tomada por sorpresa. Ella realmente comenzaba a creer que se había excedido y que había faltado a su promesa de no hacerle daño, pero Adora dijo no con ese débil susurro vacilante que Catra no estuvo segura de comprender. ¿Qué significaba ese no? ¿No te detengas? ¿No sigas? «¡Por favor, termina la frase!». Mas cuando el resto de la respuesta no llegó, la ama confundida se cansó de esperar.

―Entonces, ¿qué es lo que quieres, Adora? ¿Quieres que...?

―... Me folles.

El segundo susurro la dejó estupefacta.

―Perdón, ¿qué...? ¿Dijiste que...?

―¡Que me folles! ―clamó Adora robándose el turno, y además fue bastante concisa cuando precisó―: ¡Ahora!

―¡Por todos los benditos táltos! ¡Ya era hora! ―concordó Catra, lanzándose con todo el cuerpo sobre la existencia de Adora para tratar de desatarle las manos.

―¡No! Déjalas así. ―imploró la rubia―. O voy a dejarte la espalda hecha jirones.

―Buen punto.

Catra desistió de liberarla y se enfocó en sus labios para tomar de ellos cuanto pudo. Adora ni siquiera se quejó cuando el colmillo de Catra se enganchó en su labio inferior y terminó por hacerle una pequeña herida cuando se desplazó desesperadamente hacia su garganta. Adora se estremeció debajo de ella y solamente fue consciente de una cosa: Eso al fin estaba pasando. En ese país muy, muy lejano. En el último cuarto de su dormitorio de estudiante. Con Catra. Su verdadero amor.

―No pares. Por favor. Llega hasta el final.

¡Oh, por todo el panteón húngaro, nórdico y grecorromano! ¿Cómo es que Adora podía prenderla como a una hoguera cuando la escuchaba suplicar así? Catra simplemente no tenía corazón para no complacerla. Se recostó sobre el lado derecho de la rubia y acomodó el muslo entre sus poderosas, a la vez que trémulas piernas, donde la humedad de su excitación se había concentrado. La maestra hizo presión y su estudiante jadeó en éxtasis. Enseguida puso la mano en la curva de su seno izquierdo y se aferró a él, moldeando su forma con firmes círculos en tanto que su pulgar hacía lo propio contra el botón que le coronaba. Adora se retorcía bajo el peso de Catra, quien reconoció las señales de placer que rápidamente marcaron su propio ritmo, cuando su pelvis comenzó a elevarse para exigir más fuerza y más velocidad.

―Aún no ―masculló Catra, enterrando los dientes en esa vena que palpitaba en la base del cuello de Adora.

―Catra, por favor... por favor.

Catra sonrió maliciosamente contra su piel y lamió con avidez la pequeña marca punteada que acababa de dejar allí. El sabor de Adora era tan exquisito que Catra tampoco podía esperar para comérsela por completo

—Lo que intento decir es que aún falta la mejor parte, querida. —Se levantó a cuatro patas y secretamente se jactó cuando su compañera abrió las piernas para ella―. Qué buena chica.

―¡Mngh! Catra... ¿Por qué tardas?

Catra apenas ladró una risita.

―Qué exigente. Pero está bien. Lo has ganado. ―Luego bajó la cabeza para capturar en su boca el pezón que antes había ignorado y su mano hábil recorrió el duro, perfectamente esculpido abdomen de Adora rumbo al montículo donde era solicitada.

Adora exhaló sorprendida cuando los dedos de Catra resbalaron entre sus pliegues sin ninguna resistencia. El pequeño gemido que soltó la alumna fue solo el preámbulo de otra serie de sugerentes suspiros que se acentuaban con cada roce, y con cada pequeño mordisco, con los que Catra embestía las perlas de su cuerpo. Los ojos dorado y turquesa buscaron la expresión de Adora frente a su actuación y se lamentaron de que ella no pudiera verlos de la misma manera. Catra disfrutaba tanto de Adora, de sus pequeños gestos, del color de su voz desfalleciéndose por ella, que Catra también quería que Adora se mirara a sí misma dentro de las fauces de su mejor y única amante. De modo que, incitada por el orgullo, o tal vez para presumir, levantó la mano para arrebatarle la venda de los ojos y la arrojó al suelo. Instantáneamente, Catra soltó su pecho y se inclinó completamente para acomodarse entre sus muslos. Allí deslizó sus brazos debajo de Adora y la sostuvo firmemente.