María y Esteban se conocen

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¡Bonjour!

¡Buena lectura!

14 de febrero de 1920

Esa mañana se respiraba amor en cada rincón de la ciudad.

María Fernández se encontraba en una esquina donde daba sombra, al costado de la avenida con sus rosas. Ese era la primera vez que la joven salía a vender las flores que desde el año anterior había plantado en la granja de su tío.

Estaba tan contenta de que todos sus esfuerzos al cuidar de ellas dieron frutos. Sus flores eran de un rojo brillante e hipnotizante.

"De seguro así es el amor" pensó la joven mientras no dejaba de tararear y sonreir a la vez que saludaba a todos los que pasaban cerca de ella.

Hasta ahora nadie le había prestado atención y es que la muchacha casi no salía de la granja de su tío que ya estaba un poco alejada de la ciudad. Como era un zona rural, muy poca gente iba hacia allí, de modo que no la identificaban con una habitante de la ciudad.

Algunos hombres le sonreían pícaros, entonces ella evadía esas miradas para que no la confundieron con una mujer fácil.

- ¡Flores para el amor de su vida! ¡Feliz San Valentin! -voceaba intentando llamar la atención.

Y fue ahí que apareció entre la multitud que caminaba de un lado a otro, el hombre más indeseable de la región: Servando Maldonado.

El hombre que ya había enviudado cinco veces, siempre andaba tras la falda de jóvenes buscando casarse con ellas.

Como el hombre tenía dinero, solía comprar a los padres que cegados por la ambición entregaban en matrimonio a sus hijas. Lo raro era que pasado un tiempo, las mujeres morían en causas sospechosas.

Era un secreto a voces que ese hombre las asesinaba, más nunca encontraban pruebas que lo incriminaran o tal vez también compraba a los policías que de justicia no tenían nada.

Un escalofrío le recorrió por toda la espalda, intentó no hacer contacto visual con él, pero ya era demasiado tarde.

Servando se acercó tanto a ella, que la pobre de María percibió la peste de alcohol y tabaco que se cargaba el susodicho.

Asqueada se llevó las manos a la boca para no vomitar.

- Buenos días, bella dama -saludó intentando tomarla de la mano- nunca antes la había visto por aquí.

- Buenos días -saludó intentando no perder la educación- ¿va a comprar una rosa?

El hombre se pasó la lengua por los labios mientras le echaba una mirada lasciva.

- Yo estoy buscando mucho más que unas flores.

María reaccionó dándole la espalda y acomodando sus rosas en las cubetas con agua.

- Si no va a comprar, le ruego se retire y me deje trabajar.

El hombre enfureció ante lo que el consideraba un atrevimiento por parte de la mujer. Entonces la tomó del brazo, poniéndola frente a él.

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