Thoma está enamorado de Ayato y siempre procura hacer las cosas bien cuando él está alrededor, pero poco sabía qué pasaba por la mente del último.
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Los personajes no me pertecen, todos sus creditos van a sus cread...
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Pasaron algunos días tras lo ocurrido.
Thoma se había encontrado con Ayato un par de veces pero no pudo dirigerle la palabra, estaba avergonzado.
Si, a pesar de que se había convencido de que todo fue un sueño, el hecho de que haya soñado con eso fue lo que lo hizo avergonzarse.
No podía mirar a Ayato a los ojos, ya que cada vez que lo hacía recordaba aquellas palabras.
Ayato por otra parte se veía como siempre. No hubo ningún cambio en su actitud ni en su forma de hacer nada, seguía siendo el Ayato de siempre.
Cuando Ayato estaba cerca de Thoma, claramente notaba como este no lo miraba y solo se ponía nervioso, con sus manos comenzando a temblar. A Ayato le parecía lindo.
A decir verdad, por mucho que lo parezca, la vista de Ayato hacía Thoma no cambió.
Aún lo veía como un amigo.
Ayato solo le insinuaba de vez en cuando para confirmar sus sospechas, y ahora que estas resultaron afirmativas ya no necesitaba continuar.
Es cierto que Ayato nunca se había enamorado antes, así que no sabía como se sentía.
No sabe cómo actuar ante estas emociones por más que sean correspondidas.
Por más que otros te lo describan, nunca lo entenderás del todo a menos que tu también lo experimentes.
La prioridad de ambos debía ser el trabajo, sin el tendrían varios problemas.
Pero Thoma no quería priorizar su trabajo sobre su señor, después de todo le servía a él. Era como su mano derecha.
Ayato, por más que no le guste, es su deber al ser la cabeza del clan Kamisato. Él fue criado para entender que si no eres un buen lider/jefe de tu clan, no tienes valor.
Ayato no quería ser un inútil.
No quería pensar jamás que lo era.
Y no es como si lo fuera. Ayato trabaja mucho todos los días para mantener su nombre en lo más alto, más veces de las que me gustaría contar no incluían un minuto de descanso. Poco a poco se hacía más abrumador.
Quería ser como Ei: encerrarse en su propio dominio en el que solo lo acompañen sus pensamientos y él.
Aún así, sabía muy bien que no podía solo hacer eso y ya. No podía dejarlo todo en manos de Ayaka, y mucho menos podía aumentar la responsabilidad de Thoma. Ser una carga para él era lo que menos deseaba. De hecho, pensaba que ya era más que suficiente con todo lo que este ya hacía.
