En un rincón mágico del mundo de Candyland, se encontraba la tienda de dulces, bajo el dulce dominio de la princesa Mandy y su leal sirviente, Chester. Era un lugar encantador, lleno de colores vibrantes y aromas dulces que fascinaban a todos los que se aventuraban a visitarlo.
Pero el día de hoy, algo especial estaba por suceder. La princesa Mandy había decidido organizar un concurso de dulces para encontrar las creaciones más deliciosas y sorprendentes de todo el reino. Para ello, convocó a un panel de expertos jueces: Darryl Cake, un renombrado maestro de la repostería, Nita y su fiel compañero, el oso gominola, conocidos por su paladar exigente y su amor por los dulces, y Buzz de la moda, un exquisito crítico que evaluaba la presentación y el estilo de cada creación.
Unas horas antes de abrir la tienda para recibir a los jueces, la princesa Mandy se encontraba ocupada preparando todo a la perfección. Quería asegurarse de darles la bienvenida adecuada y mostrarles la magia de Candyland en cada detalle. Mandy se dirigió a Chester, su sirviente travieso pero leal.
– Chester, por favor, te pido encarecidamente que hoy te comportes adecuadamente y no hagas ninguna de tus bromas. Quiero que todo salga perfecto para nuestros invitados.
Chester, con su característica sonrisa traviesa, respondió con picardía:
–Princesa Mandy, ¿acaso no sabes que las bromas son mi especialidad? No puedo resistir la tentación de hacer reír a todos, incluso en momentos serios como este.
La princesa rodó los ojos, sabiendo que no podría detener a Chester en su afán por divertir a todos. Aunque a veces sus bromas podían resultar un poco excesivas, la verdad era que su espíritu lúdico y su alegría contagiaban a todos en Candyland.
Mientras tanto, los jueces llegaban al reino de los dulces. Darryl Cake, un experto en repostería, llegó con su impecable delantal y una sonrisa que revelaba su pasión por los sabores dulces. Nita, acompañada de su fiel oso gominola, era conocida por su habilidad para encontrar los dulces más deliciosos y exóticos. Y Buzz de la moda, con su extravagante atuendo y su ojo crítico, era el encargado de evaluar la presentación y el estilo de los dulces.
La tienda de dulces de Mandy estaba llena de color y magia. Los estantes rebosaban de golosinas de todas las formas y colores imaginables. Las paredes estaban decoradas con papelitos de caramelo y el aroma a azúcar impregnaba el aire.
Mandy se acercó a los jueces, emocionada por mostrarles su reino de dulzura.
–¡Bienvenidos a Candyland! –exclamó con alegría–. Estoy encantada de tenerlos aquí para que prueben mis creaciones más deliciosas.
Los jueces asintieron y comenzaron a recorrer la tienda, deleitándose con cada golosina que probaban. Los ojos de Darryl Cake se iluminaban al saborear los pasteles y cupcakes, Nita se maravillaba con los caramelos y chocolates de sabores únicos, y Buzz de la moda admiraba cada detalle de presentación, imaginando cómo podría incorporar esos dulces en sus extravagantes desfiles.
Mientras los jueces disfrutaban de los dulces, Chester no pudo resistirse a hacer una de sus bromas. Con un guiño cómplice a Mandy, colocó una gominola con forma de araña en el hombro de Buzz de la moda. Cuando Buzz se dio cuenta, soltó un grito y comenzó a sacudirse frenéticamente, mientras todos en la tienda estallaban en risas.
La princesa Mandy, a pesar de su molestia inicial, no pudo evitar reírse de la situación, pero rápidamente lo regaño para que se fuera, claramente lo habi hecho "disimuladamente". Sabía que Chester no podía contener su espíritu bromista y, en el fondo, le agradecía por traer alegría y diversión a su reino. Aunque lo negará.
–Como podrán apreciar, aquí tenemos una amplia variedad de dulces, cada uno con su propia caja y diseño. -Tomó un poco de aire y continuó- ¡Los invito a pasar por aquí y probar los dulces que deseen!

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𝗨𝗻 𝗔𝗺𝗼𝗿 𝗜𝗻𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗱𝗮𝗱𝗼
Короткий рассказ𝐂𝐇𝐄𝐒𝐓𝐄𝐑 𝐗 𝐌𝐀𝐍𝐃𝐘 || ¡Bienvenidos a Candyland! En este lugar mágico, dos jóvenes sienten una extraña conexión entre ellos, aunque ambos lo niegan cada vez que lo piensan. Lo peor de todo es que Chester, a través de sus "pequeñas bromas"...