Todo aquello que no me atreví a decir.

"Soledad"

Las sábanas de mi cama se pegan a mi piel, encargadas de tapar las sonrisas con las que debería amanecer. La calima danzando junto al sentimiento de soledad, vistiendo el cielo de un color gris, un color que tanto odio, un color que con su tristeza camela a mi alma. Desde una de las cuatro esquinas de mi cama paseo por el pensamiento de por qué mi mesa se constituye de huecos vacíos similares a los que tengo tatuados en el corazón. 

Antes de amanecer, pensar diez veces si querer despertar, antes del primer paso cuestionarme si realmente allí dónde voy tengo lugar. Con las noches del invierno hago armas para que este frío que tengo dentro no me hiele, para que mi sangre no deje de ser nunca tinta con la que poder abrirme. 

De día las sonrisas se balancean entre la verdad y lo que los demás desean escuchar en un paseo que me frustra y me confunde, en un vaivén que me hace sangrar como un cuchillo afilado. Todo esto para renacer con el alba como si nada hubiese pasado, mirando a paredes blancas manchadas con esa sustancia que pega mis malos pensamientos entre sí, dibujando rostros que se desvanecieron, que huyeron despavoridos y cansados de que a mi corazón no le llegara el deshielo, rostros que con sus sonrisas y su amor se disiparon con el amanecer.