La tristeza del cielo empapa mis alas, el suelo enfría mi pies y de mis brazos brota la savia de una lucha perpetua contra el miedo. Con cada paso el frío comienza a desvanecer, a volverse un desconocido. En mis brazos solo quedan hermosos dibujos que cuentan mi supervivencia, que cantan melodías acerca de cómo aprendí a volar de nuevo.
El sol comienza a salir, lo que fueron lágrimas descontroladas se convirtieron en piel mojada, la brisa anuncia un nuevo día con mi nombre como protagonista. Quizás el miedo se volvió cobarde y salió huyendo, estoy segura de que eso lo aprendió de mi.
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Todo aquello que no me atreví a decir.
ContoHe crecido juntando partes rotas de mí con silencio. Un pegamento que no reparará esto que llevo dentro jamás. Pero soltarlo sí lo hará.