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 SAM

14/02.

Después de un año de superación, verlo todos los días por los mismos pasillos de la universidad sentía que ya nada valía, me había prometido a mi misma a no abrirme con ningún hombre, a concentrarme en terminar mi carrera y empezar a trabajar en lo que quería. Mis amigas llegaron con flores, chocolates y riendo felices, yo solo las miraba con frialdad.

-Sam, deja ya esa cara. ¡Tenemos que celebrar hoy! Harán una fiesta después de clases. -Dijo Olivia. Era mi mejor amiga desde que tengo uso de razón, habíamos asistido al mismo colegio y además era mi vecina.

-No tengo tiempo para fiestas, Además tengo que cuidar a mi hermano. -Respondí caminando hacia la cafetería. Mi hermano era la excusa perfecta para evitar salir aunque no siempre funcionaba.

-Siempre con excusas, ya deja de cerrarte es hora de que conozcas a alguien! -Dijo con la misma emoción. -Esta noche pasaré por ti a las 7 iremos al bar, muero por probar la poción de cupido que tanto hablan. -Dijo caminando a mi lado.

-Lo pensaré. ¿Vale? Ahora déjame tener mi almuerzo tranquila. -Dije con sonrisa sarcástica.

Me conocía tan bien que le daba igual las excusas que le dijera, siempre lograba con su carisma sacarme de mi casa y mis padres lo agradecían.

-Cómo mandes. -Río, dando un bocado de su almuerzo.

El día se había pasado más lento de lo que quería, en cada clase había una interrupción para entregar las flores, tarjetas y chocolates, todas las chicas estaban súper contentas y con sus risitas fastidiosas.

Me levanté de mala gana y salí de la clase, no me importaba tener que saltarme la última que me quedaba.

Al llegar a casa mi madre sonrió como siempre lo hacía, su energía era contagiosa y amaba tenerla siempre. Estaba cocinando galletas y su aroma invadió mis fosas nasales.

-Cuánto extrañaba esto mami. -Dije envolviéndola en una abrazo y tomando casi 5 galletas mientras me iba a mi habitación.

Mi tarde transcurrió mirando hacia la ventana, sin hacer nada, pensando en qué le diría a Olivia para cancelarle. Mi madre nos había comentado que tendríamos nuevos vecinos y estaba en lo cierto. Un camión estaba parqueado y varias personas entraban y salían con cajas. Hasta que alguien se dio cuenta de que estaba mirando, bueno espiando.

-Mierda. Me oculté detrás de la pared, me sentía nerviosa, no sabía el porqué. Traté de respirar profundo y cuando quise volver a mirar, ahí estaba de pie mirándome fijamente. 

El Juego de Cupido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora