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Sebastián.

Me había gustado la invitación que me hizo Robert. Lo conocí hace 4 años en un campamento de verano. No se me había pasado por la cabeza que nos fuéramos a encontrar después de tanto tiempo. Esa noche quería distraerme ya que mi cabeza aún estaba en mi ex-novia.

El bar estaba cerca de la nueva casa en donde vivía, así que no había problema, aún no tenía mi auto por lo que tuvimos que venderlo para tener un poco más de dinero.

Al llegar todo estaba decorado con corazones, lo que recordé que una etapa de mi vida era lo más romántico que nadie pudiese imaginar. Robert me había escrito que estaban en una mesa del fondo, pero con tanta gente era imposible encontrarlo. Tuve que enviarle unos mensajes para que me ayudara, iba tan concentrado escribiendo que no me fijé que me choqué con una chica lo cual hizo que se regará todo encima de ella. Me hizo gracia pero la ignoré a lo lejos podía escuchar cómo maldecía.

Me tomé unos shots antes de ir a buscarlos, cuando por fin los encontré con la mirada, lo primero que vi fue a ella.

Si no me equivoco era la misma chica, mi vecina.

Ignoré por completo mis pensamientos y me senté con ellos.

Sam se sentía incómoda por mi presencia, luego de que confirmara que yo había sido el idiota que no la había visto cuando se derramó las bebidas.

Cuando brindamos no podía quitarle la mirada, esta chica era hermosa, sus ojos grandes y su cabello rebelde. Al sentir el alcohol en mi cuerpo sentí un cosquilleo pero no sabía el porqué. De pronto tenía hambre ya que había olvidado por completo comer.

Robert sabía de que había salido de una relación de años y que por el momento no me interesaba salir con nadie hasta que se le ocurrió la loca apuesta.

Olivia y Robert habían salido a la pista a bailar, por lo cual estaba solo. Varias miradas de chicas se clavaban en mis brazos, no iba a mentir estaban bien trabajados, siempre que me sentía con rabia y ansiedad el ejercicio era mi escapatoria.

-¿Nos han dejado solos? -Pregunto Sam sentándose a mi lado.

-Están en la pista. -Dije.

-Ahh, veo. ¿Entonces no me vas a responder? -Preguntó. Sabía perfectamente a qué se refería.

-Mejor olvidado. Contigo no se puede. -Dijo.

-Tengo 25. ¿Contenta? -Dije mirándola seriamente. No sé porque ella me hacía reaccionar de esa manera.

-Entonces, ¿Para cuando la cita? -Solté.

-¿Enserio te has creído que saldré contigo? -Dijo.

-Fue un reto. Supongo que debes cumplirlo. -Dije.

-¿Unos chupitos de amor para esta hermosa pareja? -Preguntó un hombre vestido de cupido.

-¡No somos pareja! -Dijo entre dientes Sam.

-¡Claro, nos encantaría! -Dije tomándola de la mano. Ella ni se movió.

-Estas bebidas tienen su poción de cupido donde hará que el amor perduré entre ustedes. -Dijo dándonos los shots.

-¿Lista? -Pregunté.

-No hay de otra. -Respondió. Y fue ahí donde bríndanos y no lo tomamos.

-Uff, que fuerte está, casi me quema mi garganta. -Dijo. Mientras se humedecía sus labios y mi mirada se fijó en ellos.

-¿Bailamos? -Dije extendiendo mi mano hacia ella.

-¿Por qué no? -Dijo mientras se levantaba y caminaba hacia la pista.

No sé a qué estábamos jugando pero me estaba gustando esto.

El Juego de Cupido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora