Addictus

18 0 0
                                    




Se dice que en la republica romana un tipo muy concreto de esclavos eran llamados addictus, quienes en un principio eran hombres libres y habían sido adjudicados a otros mediante juicios o actos legales. Durante esas épocas remotas, era posible llegar a la esclavitud permanente o temporal por deudas; en simples palabras: si una persona tenía una deuda tan inmensa que no podía ser saldada de ninguna manera, era legal que este pasara a ser esclavo del acreedor para saldar dicha deuda. Así mismo el periodo de tiempo era definido en dependencia a la cantidad debida.

La palabra adicto, entonces, viene de addictus que podría ser brevemente definido por "dedicado o entregado a". Sin embargo, la primera vez que escuchamos esta palabra en una conversación nos proyectamos de manera inmediata una persona con problemas de alcoholismo o drogadicción, sin tener en cuenta que la adicción puede estar presente en cosas más biológicas como la alimentación o el sexo. Y a pesar de que estas dos últimas sean conocidas —aunque no tanto como las proyecciones del alcohol y las drogas—, quiero abarcar una que posiblemente no sea considerada una adicción para muchos o tal vez no sea popular: la adicción a soñar.

Y es que creo la mayoría de las personas en algún momento de su vida pasaron por el deseo de volver a dormir, pues la fantasía que en su mente se mostró en su tiempo resultaba ser cautivadora, intrigante o placentera. Y como otros, muchas veces cerraba los ojos con la esperanza de volverme a conectar con ese mundo imprevisible y lleno de posibilidades, no obstante, la situación finalizaba de dos maneras: la primera, no lograba volver a conciliar el sueño, me lamentaba y me olvidaba de ello; o la segunda, en donde lograba volver a dormir, pero o la ilusión representada era aburrida y diferente o no la recordaba.

Todo eso cambió en una mañana, tenía un día libre y lleno de sin quehaceres así que no me preocupé por levantarme temprano. Cuando desperté a medias sentí nuevamente esa intriga y curiosidad por volver a la ilusión, y aprovechando que no estaba completamente despierta caí nuevamente en un profundo sueño, un sueño lleno de aventuras y satisfacción; para cuando desperté nuevamente, entendí que tal vez ya no había vuelta atrás. Cada día volvía a dormir en la mañana y sorprendentemente recordaba cada aventura; emocionada al anochecer, cerraba los ojos con la esperanza de recordar de nuevo. Cada día sentía la necesitad de dormir más y más, y para mi sorpresa, me encontré en una situación similar a la de aquellos que eran llamados addictus en la republica romana: era una esclava, pero no de otro, sino de mí misma.

Gritos InternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora