Capítulo 2: La busqueda

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Ha pasado una semana de la vez en que Graham me habló de lo que creía sobre nuestra historia, no le he visto nuevamente y me temo que quizás esas cosas que se podían oír en las calles sobre gente que se mete en cuestiones que no debe y tiene inconvenientes, realmente son verdaderas o al menos eso es lo que me parece. Aunque no todo es malo u oscuro, he entablado amistad con alguien agradable, alguien curioso, con el joven Charlie Hap, un pobre escudero de tan solo nueve años, pero por lo que tengo entendido, su madre ha muerto y su padre que no podía hacerse cargo de él más debía una suma significativa a Lord Socsvin un personaje que de noble no tiene nada, jamás he visto personaje más soez que este y eso es lo que lo tiene sirviéndole a ese despreciable personaje. El día en que conocí a mi joven amigo, debido a su demora y suciedad en prendas, lo obligó a mirar como disfrutaba de un festín ordenando que no emita un sonido, las veces que lo hizo, lo reprendió con total fiereza y luego, con la espalda magullada de tantos bastonazos, hizo que le diera de comer uvas de un racimo, un personaje totalmente despiadado, Charlie llegó al bar cuando mi padre se estaba marchando, al conocer la situación, regresó con él a nuestra casa, lo alimentamos y durmió en un lugar cómodo, por lo que nos había dicho, su cama era un poco de paja en un establo helado y vacío, el trato que recibía era peor que el de una bestia por lo que pude pensar que hay realidades peores que la mía, ¿Cómo podía quejarme yo de que la gente no hacia preguntas cuando hay realidades así? Quisiera poder decirle a Charlie que viva con nosotros, aunque según su historia no es una posibilidad; sé que cuando no es golpeado, no se le permite dormir toda la noche, sin dudas este joven necesita dejar de estar al servicio de ese cerdo, pero le pertenece y no se ira, sabe que su padre y hermanos menores se verán afectados si el abandona a la vergüenza de la nobleza.

Fuimos a la taberna, Charlie estaba en la puerta, mi padre le había tomado casi que el mismo cariño que a mí, lo trataba como si fuera su hijo, algo que no me disgustaba para nada, era un joven que merecía eso, nos ayudaba cuando abríamos el lugar, comía algo y se marchaba a sus labores, pero como solía andar por la ciudad, le encomendé que me hiciera un favor, que averiguase por el trovador desaparecido.

Por la tarde, esperaba tener buenas noticias pero no fue así, a Graham se lo había tragado la tierra, nadie sabía nada de él, tanto en el mercado, como en la biblioteca, incluso los guardias no lo vieron y era un personaje fácil de identificar, sus prendas rojas, su sombrero con esa pluma gris y su rostro, su tez blanca, luceros celestes y esa mirada sagaz, además de su juventud, solo se trata de alguien de veinticinco años que ya se ha hecho un nombre en la ciudad, lo cual vuelve más extraño que nadie sepa que es de él. Quizás abandonó el lugar porque no había nada para él o encontró algo mejor, no lo culparía, aquí, en el centro del reino, las cosas pueden ser demasiado aburridas y repetitivas.

Por la noche cuando estábamos por retornar a nuestro hogar, le dije a mi padre que se adelantase, que iría a ver a nuestro pequeño amigo, necesitaba hablar con alguien que no sea mi familia, además, me preocupaba su estado. Charlie estaba sobre la paja recostado, con su cara sucia, sus prendas harapientas y el dolor en sus ojos, me partió el alma ver tal cosa por lo que entré rápidamente a abrazarlo, el sin decir nada solo lo acepto, al parecer le hacía falta eso más que yo, un abrazo no siempre soluciona todos nuestros problemas, pero a veces, es lo único que necesitamos.

—No sé cuánto más viviere así —me dijo con la voz temblorosa, como si estuviera listo para romper en llanto.

—No debes pensar en eso, quizás deberías... —no sabía cómo decirlo sin que le doliera— escapar, dejar de servirle a tu amo.

—¡No puedes decir eso! —su expresión era otra, en sus ojos, las llamas habitaban— Me cazaran y torturaran peor a mi familia —me dio un empujón molesto.

—¿Y qué crees que sucederá si mueres, crío? ¿Qué podrán vivir en paz? ¿Qué no serán atormentados tus hermanos? —no pude evitar sonar mal, me había irritado su actitud, entiendo que lo que le sucedía hacía que su reacción fuera lógica, pero necesitaba que sea realista— Si mueres mañana, otro hermano te reemplazara si es que hay alguno disponible, en todos casos, la granja de tu familia será quemada.

El volcán del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora