Al día siguiente de mi charla con él, Graham decidió aparecerse en la noche en mi hogar, no esperaba eso, tampoco comprendía como la sabia donde vivo si jamás se lo dije. No me agradó tanta intromisión, pero valió la pena, él se dedicó a hablar con mis padres, su lengua tan bien preparada para seducir fue suficiente para que cambien de parecer y me permitan ir a Kalamnt, aunque sea en su compañía. Mi padre no estaba del todo contento con la idea, no quería que su hija se fuera de casa, pero mi madre, ella sí que podría haber organizado una celebración, no porque tenga algo en contra mío, solo porque desea que encuentre pareja cuanto antes, yo no quiero, pero ella dice que con 16 años estoy en el momento ideal para casarme y tener hijos, no sé aun cual idea me parece peor, la de estar obligada a vivir con un hombre que no amo o tener sus hijos, ¿Y si no deseo tenerlos? Obviamente todo esto no se lo puedo decir, ella no lo comprendería, si mi papá, el por eso me lleva consigo, sabe que, si dependiera de ella, yo ya estaría por dar a luz.
Por la noche, no lograba dormir, no dejaba de dar vueltas en la cama, tardé mucho en caer dormida, estaba ansiosa y algo aterrada no por Graham, sino por el posible chasco que podría llevarme o algo mucho peor, haber tenido razón todo este tiempo.
Las calles son calmadas, hay poco tránsito y Graham se ve muy bien, además de tranquilo tiene un aire de serenidad que me parece muy atractivo, solo le faltaría dirigirse a mí con ese vocabulario que tanto me atrae y me sobrarían razones para besarlo. Un hombre encantaba serpientes en la calle, no pude evitar quedarme observándolo y cuando voltee para comentarle a Graham lo fascinante que era eso, él se estaba yendo, no puedo creer que tratara de dejarme sola, a lo mejor me hablo y le conteste sin estar atenta, no me extrañaría que así sea, fui detrás suyo pero lo perdí en una parte, comencé a rondar la ciudad que ahora parecía estar infestada de personas, como si por arte de magia aparecieron, cuando más perdida me sentí, lo vi, él estaba entre unas casas, lo seguí y se hallaba de espaldas, estaba en un punto sin retorno.
—Me has dejado.
—No mi lady, solo he estado buscando a mi maestro para demostraros que no he dicho falacias, pero no solo la construcción ha desaparecido, sino que tampoco veo a ese sabio hombre que me ha iluminado.
—¿Estás seguro de que era aquí? ¿O solo buscabas una excusa para que estemos solos? (por favor dilo o mejor, bésame)
—Puedo dar fe de ello mi señora, jamás me permitiría importunarla, es decir, es usted poseedora de un encanto particular pero no soy yo el noble caballero merecedor de vuestro favor, tan solo soy un trovador que lucha para conseguir comida.
—No me molestaría que fuera así, además, no hay tal noble en mi destino.
—Señora mía, no digáis eso, una criatura con vuestra hermosura a de poseer muchos gallardos dispuestos a todo por vuestro favor.
Él no lo hará, supongo que debo dejar de luchar contra eso e ir por lo que quiero. Me acerque a el que retrocedió sobre sus pasos, algo nervioso, no parecía el mismo sujeto de siempre.
—Creo que eres un buen cuenta cuentos.
—Os ruego que me creáis, aquí hubo en un tiempo no tan antiguo más bien, reciente un maestro que conoce nuestro mundo desde la creación.
—Solo veo que estamos ambos solos en un camino sin salida más que nuestro camino de llegada.
Lo besé, sus labios aportaban el calor necesario a los míos que se hallaban tibios antes del actor, su lengua danzaba junto a la mía de la manera más armoniosa, mi cuerpo se sentía iluminado, vibraba como jamás antes lo había sufrido, era fuego pero no quemaba solo se era encantador, no deseo que esto se termine, me encantaría que este momento dure para siempre, sus manos en mi cuerpo, son la caricia más satisfactoria que podría experimentar, solo quiero abrir los ojos para contemplarlo mientras me ama.
Pero al abrir los ojos, solo estaba el techo de mi casa, me encontraba en el cuarto, fue un sueño, un encantador sueño, pero ahora deberé tratar de dormirme aun con esta sensación tan extraña en mi cuerpo, pareciera que he sudado a pesar de no haberlo hecho y mis piernas aun tiemblan como cuando era besada por Graham, puedo sentir su lengua dentro de mi boca aún.
Por la mañana mi padre me vino a buscar, quería que desayunase bien y por supuesto, aferrarse a mí a pesar de no admitirlo, siempre fue un sobre protector conmigo. Me pidió que en caso de estar en peligro escape sin importar que dejo atrás, que lo más importante era que regrese a salvo.
A media hora de la conversación, Graham se apareció en mi hogar con dos caballos, no sé montar, pero para él no era un motivo que impida que lo haga, prometió llevar mi corcel atado al suyo y dijo que en el viaje aprendería, teníamos casi un día de travesía, tome una capa y partimos a Kalamnt. El cielo parecía dispuesto a darle una impresión de épico a todo ya que los nubarrones eran quienes comandaban, todo se veía gris, Benson decidió que deberíamos parar lejos de la ciudad, necesitaba que sepa algo.
—Anne, es momento de hablar de las cosas importantes.
—¿A qué te refieres?
—Hay peligros que nos enfrentaremos en el recorrido, hay un punto en medio, llamado el camino de los jinetes suele ser un tramo extenso de kilómetros sobrecargados de peligros —vio que me encontraba desconcertada y reculó—. No sabes que es ese lugar ¿No?
Asentí con la cabeza, me avergonzaba desconocerlo, pero a la vez trataba de mantenerme segura al respecto, jamás salí de mi hogar o la taberna, con suerte conocía la otra ciudad. Pero jamás dejé de pensar en mi sueño, quería que se cumpla, él tiene eso que hace que una se sienta como la única mujer sobre la tierra.
Nuestro viaje ha sido tranquilo en un principio, algo desolador podría decir, no hemos visto a nadie, ni siquiera a un mercante, lo cual llamó considerablemente mi atención, a Graham tampoco le pasó desapercibido y me habló en ese preciso instante.
—¿Qué sucede Anne? —jamás me quitó los ojos de encima desde que realizó la pregunta.
—Me sorprende que no hayamos visto a nadie en el camino, pero se supone que hay comercio entre ambas ciudades.
—Lo hay, pero por momentos nomas, además, este es el viejo paso, el que usaban los del "otro mundo", como podrás ver, ahora nadie lo usa.
—¿Por qué vinimos por aquí sí es el tanto desolador?
—No dije que lo fuera.
—Pero acabas de decir que ya casi no se utiliza.
—Eso no es lo mismo... te traje por aquí para ver que sentías, quizás podías... —se detuvo sin decir nada más algo que me resultó desesperante.
—¿Por qué te detienes?
—Es mejor que lo haga ahora.
—Si quieres que siga a tu lado, será mejor que hables ahora —detuve a mi caballo.
—No me creerías...
—Ponme a prueba —mi tono era altanero, pero no me molestaba ya que creí que se trataba de la forma correcta de hablarle.
—Cuando ando por estos lares, siento las presencias de la gente del pasado, en mis sueños veo las escenas que recientemente he percibido.
Me resultaba más que extraño lo que él me decía, en parte difícil de creer, pero no podía garantizar que estuviera mintiendo, no tenía alguna evidencia de ello más que no era una locura, si en un momento hubo magia según saben contar algunos, quizás él podía ver y recordar evidencia de otra época, lo cual era más que útil, podría ser la clave para descifrar nuestra historia, la parte que nos han ocultado.
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El volcán del destino
FantasyHubo una época en que la sociedad se encontraba unida, que eramos un mismo pueblo, se trataba de un tiempo en que uno podía caminar por ambas realidades como si estuviera cruzando la calle, el puente nos permitía ir a ese otro mundo pero todo cambió...