Capítulo #3: Pete

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Había pasado mucho tiempo desde que Venice se durmió y, sin embargo, me aferré a él como a una boya. Como ya no podía seguir postergando mi vergüenza, lo acosté, revisé su monitor y salí de la habitación. Me crucé con el niñero en el pasillo y le informé brevemente de la jornada de Venice para que volviera a hacerse cargo por la noche. Nop me hizo un gesto con la cabeza para indicarme que todo iba bien en la casa, lo que significaba que no tenía otras distracciones para ganar tiempo.

Esperaba que Vegas estuviera dormido cuando volviera, pero no tuve suerte. Estaba sentado en la cama, leyendo un libro en la penumbra.

—Vas a forzar demasiado la vista.

—Te encantaría verme con gafas.

Touché.

Atravesé la habitación mientras él dejaba el libro y extendía los brazos hacia mí.

—¿Tienes hambre? —preguntó Vegas, sonriendo.

Negué con la cabeza, no quería molestarle, pero se dio cuenta de mi mentira y se levantó de todos modos, arrastrándome de la mano hasta la cocina, donde me senté y vi cómo preparaba pasta para nosotros.

Saciados, nos acurrucamos un rato en el sofá y vimos la televisión. Macau entró con Chay, los dos se pararon a saludarnos y a contarnos su viaje con sus amigos de la universidad. Al principio, no quería que Macau se fuera. Me preocupaban los chicos, pero Vegas me aseguró que tendrían seguridad más que suficiente, y Macau me había suplicado que fuera. Me había dado cuenta de que era difícil decirle que no a mi familia.

—¿Quieres follar? —preguntó Vegas perezosamente después de que Macau y Chay subieran a sus habitaciones.

—Y dicen que el romanticismo ha muerto. —refunfuñé, riendo.

Con eso, Vegas me empujó hacia el sofá, sentándose a horcajadas sobre mis caderas mientras sus manos se deslizaban bajo el dobladillo de mi camisa.

—¿Prefieres que te haga el amor con ternura?

Parpadeé, mi cerebro amenazaba con hacer cortocircuito con la imagen de Vegas encima de mí. Me vino una idea a la cabeza. Tal vez llevaba un rato rondándome por la cabeza, pero de repente me pareció el momento adecuado.

Puse mis manos sobre los hombros de Vegas, invirtiendo nuestras posiciones.

—¿Y si te hago el amor a ti?

Los ojos de Vegas se abrieron de par en par cuando me incliné para besarle suavemente, provocándole, dándole un momento para pensar.

Quería que me sintiera moviéndome dentro de él mientras lo colmaba de besos y votos. Quería ser absorbido por la fibra de su ser. Necesitaba sentirle. Necesitaba sentirlo ahora.

—Sí. —susurró por fin, y le tiré del sofá para que pudiéramos ir a trompicones a nuestra habitación.

—¿Te portarás bien conmigo, mi amor? —ronroneé, y Vegas prácticamente maulló en respuesta.

Vegas dudó un momento, encontrando su voz. No solía ceder el control, ni siquiera en el dormitorio. Pero había descubierto que podía, y a veces quería.

—Sí, Pete. Seré muy bueno. Por favor, fóllame.

Como dije, me costaba decirle que no a mi familia. Y nunca podría negar un deseo de Vegas, especialmente cuando era dicho en un susurro lleno de deseo.

—Voy a tomarme mi tiempo, para prepararte. —dije, empujándolo hacia la cama y quitándome la camisa mientras él se quitaba la suya. —Luego, voy a hacerte el amor, para demostrarte lo mucho que te adoro.

The Devil's Boxer [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora