El ruido de mis tacones resuena bajo las viejas maderas del antiguo puente de Dublín. Siento un extraño hormigueo en la boca del estomago, como un niño al que lo llevan a su primer día de colegio.
Las calles están vacías, Irlanda ha dejado de vivir en esta temporada, al igual que su gente. Esto me da tiempo para filosofar antes de llegar a mi destino.
¿A dónde voy?
Esa misma pregunta me hacia hoy a la mañana. Salí de mi casa, compré un diario y vi un único anuncio que logró llamar mi atención.
Psicóloga R.J Miller. Teléfono: 3532112.
Lo supe en ese instante; Si no hablaba con nadie, explotaría.
Llamé a ese número desde una cabina publica. Cuando una voz femenina contestó con un dulce «hola», rompí a llorar.
No sé exactamente porque, sólo recuerdo las lágrimas bajando por mis pálidas mejillas, y mi puño golpeando el duro cristal de la cabina.
—¿Usted es R.J Miller? —pregunté con la voz llorosa.
—Lo soy.—contestó la mujer.—Por favor, cálmese.
Asentí aunque sabia que no podía verme. No podía hablarle, ya que mi llanto era demasiado, así que sólo guardé silencio.
—¿Sigue ahí? —dijo después de un rato.
—Sí, no me he ido.—respondí.—¿Tiene un lugar libre?
—Le haré un turno para hoy a las seis menos cuarto.—avisó rápido.—Por cierto, ¿Cuál es su nombre?
Lo pensé una o dos veces. No contesté durante varios minutos. No sé porque dije lo siguiente, supongo que la melancolía es mi mayor borrachera.
—Emma Woodhouse.—Una leve risa se escuchó del otro lado de la linea. Ella lo entendía.
—¿Ese es su nombre?
—Por ahora.
Y corté.
Ahora me encontraba frente a su casa. Demasiado pequeña, pintada de blanco un poco desgastado por el tiempo y con las ventanas cubiertas de nieve, que recordaban a la de mi infancia.
Toqué el timbre. Unos minutos después, la puerta de mimbre se abrió dejándome ver a una muchacha.
Era joven, de unos veintipocos, con un cabello negro y ondulado, y unos ojos oscuros pero tan vivos que parecían dos carbones encendidos. Me miraba explicita, como absorta en mi.
Seguro pensará «Mierda, esta mina fue sacada de un novela de Bram Stoker» Ya me lo han dicho. Mi piel era demasiado blanca, casi fantasmagórica.
—Soy Rebecca Julie Miller.—dijo mientras me estrechaba una mano cubierta de pecas.—Pero por favor, dime Becca.
Su sonrisa se ensancha mostrándome una larga hilera de dientes blancos. Le devuelvo el gesto.
—Grace Leeson, alias Emma Woodhouse.—musité.
No tenia idea de como comportarme delante de la mujer que hace horas atrás me escuchó llorar por la linea.
Una risita se escapó por sus rosados labios, y luego me invitó a pasar.
La casa por dentro tenia varias fotos de grandes figuras de la música; John Lennon, Roger Waters, Freddy Mercury, entre otros más. Caminamos hasta un pequeño cuarto donde había tan sólo una mesa, una biblioteca repleta de libros y una maquina de café a un lado.
—Toma asiento.—pide dulcemente.
Me recosté sobre el sillón de cuero rojizo, y Becca hizo lo mismo del otro lado.
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The Psychologist
Non-FictionUna terapia. Tres pacientes; Una prostituta, un joven gay y un atractivo asesino. Historias diferentes. Descúbrelas.