Friday: Jason (II)

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—Y entonces —inicia Rebecca.—¿Qué pasó con Ronnie?

Siento un hormigueo en la parte baja del estómago, ella me inspecciona con sus ojos grises buscando algún indicio de arrepentimiento. Pero la verdad es que me siento pleno, cuando acabé con aquel narcotraficante me sentí completo por primera vez en mi vida, no me dolía tener ese sentimiento de vacío en el corazón.

—Culparon a su hermano Joel de su muerte, ya que siempre hubo una rivalidad entre los hermanos Smith.—digo, luego un suspiro se escapa de mis labios.—Lo extraño es que Joel terminó admitiendo el crimen, cuando no fue él quien lo asesinó.

La mujer frente a mi se encoje los hombros con cierto aire de indiferencia.

—Muchos terminan confesando por la presión y el estrés que genera ser acusado por algo que no cometiste. Puede que se haya visto encerrado y para terminar más rápido con todo mintió sobre el crimen.

A pesar de que le dieron cadena perpetua sigo sin tener un solo gramo de cargo de conciencia, por el contrario, lo hace más excitante.

Nos quedamos en silencio unos cuantos minutos hasta que ella lo rompe.

—Estaba pensando que quizás tu necesidad de sufrimiento ajeno tiene algo que ver con tu infancia o tu adolescencia.—dice llevándose la taza de café a sus partidos labios.

Mi niñez se basó en los maltratos provenientes de mi padre, quien constantemente me sometía al dolor físico para hacerme mas hombre, los llantos de mi madre lamentándose por haberse casado con un militar frustrado y un hermano yonki que consumía más drogas de la que su cuerpo era capaz de soportar. La mayor parte de esta etapa me la pasaba entre las sábanas blancas de mi habitación con la cabeza entre mis rodillas pidiendo a Dios que me llevara con él.

En mi adolescencia era rebelde y un poco hijo de puta, porque la vida me hizo así. Solía juntarme con una pandilla que me suministraban cigarrillos, algunas drogas y alcohol, además de alguna que otra zorra para pasar la noche.

—Hay una noche de mi infancia que recuerdo y aún me da escalofríos de sólo pensarlo —digo mirando directamente a sus ojos nublados.

Ella asiente y sonríe animándome a hablar, mis cuerdas vocales están llenas de recuerdos de ese día que aún me hace temblar de solo pensarlo.

(...)

5 de Enero de 1990.

Un niño en Dublín despierta con lágrimas en los ojos, ha vuelto a soñar con aquella anciana vestida de gris que le grita que corra y luego suelta esa perturbadora carcajada. Él corría por un oscuro callejón, hasta que al final de este una figura aparece de espaldas. Es su padre.

El corazón comienza a palpitarle y las venas le bombean con miedo.

La figura se da vuelta completamente dejándole ver esa sonrisa soberbia que solía llevar en su rostro. Era un ser frío y maquiavélico.

—¡Nunca vas a ser suficiente, Jason! —grita Chad, su padre.—Sientes demasiado, un hombre de verdad no llora. No servís para nada, sos imbécil y una carga para todo el mundo.

Quiere correr, pero sus pies parecen estar pegados al suelo.

Chad se acerca y levanta su mano...

Y siempre despierta antes de que pueda estrellarla contra su rostro.

2:35 AM.

No puede dormir, y todos en su casa están sumidos en un profundo sueño. Quizás su hermano Ean esté aún despierto pensando si mañana será cocaína o heroína.

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