Corazones en un árbol

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Primera etapa: El comienzo de aquel gran enamoramiento que sientes que te llena el corazón por completo hasta dejarte sin aire.

Enid ondea una sonrisa a mi dirección. Tiene el pelo suelto, algunos mechones rebeldes se pasan por su cara debido a la cantidad de aire que corría hacia nosotras. Casi se me escapa una risa porque tiene una goma de peinar en su muñeca y aún así se niega a usarla.

“Es parte de mi outfit, Addams” me repite ella con total seguridad, como si el accesorio sin usar ya fuese algo de costumbre en ella. Me hago a un lado para mirar la vista del hermoso bosque en el que estábamos sumergidas, los contrastes del verde y el marrón resultan agradables y sumamente cálidos. Ocasionalmente el sol me pega en la cara, por lo que ajusto mi gorra hacia abajo para evitar que los rayos lleguen a mis ojos.

— Deberíamos irnos en diez minutos, el tren pasará a las tres y treinta— le informo, mirando el viejo reloj en mi muñeca notando que justo marcaban las 3:05 de la tarde—. No queremos perderlo, el camino a casa nos costará más de lo habitual.

La rubia hace caso omiso a mi oración, en cambio; va más allá dentro del bosque y si no fuera porque casi corro a su lado, la habría perdido de vista.

El lugar estaba casi en silencio, de no ser por los pájaros que silbaban por aquí y allá y aquel incesante sonido de los mosquitos queriendo comerme en carne viva. A mi acompañante parecía no molestarle esto, y para ser sincera a mí tampoco.

— Eh, Mer.— Enid me llama en un murmullo, tal como si temiera quitarle toda la paz al lugar con su voz— ¿No te gustaría que escribiésemos nuestros nombres en este bello árbol?

Miro al gran árbol frente a nosotras. Éste parece un poco más viejo que los demás, tiene unas cuantas grietas en el tronco y lo que parecían ser hojas añejas a su alrededor, como una muestra de que las temporadas pasadas todavía permanecen en él. Me acerco para tocarlo también, el tallo raspa las yemas de mis dedos a medida que paso mis manos en el mismo, también observo que éste posee un peculiar olor a tierra mojada y canela.

— ¿Tienes una navaja?— le pregunto, sin hallar la que yo misma había empacado para nuestro paseo por si nos encontrábamos a un oso salvaje o quizá a un viejo depravado; lo cual sería mucho peor que lo primero.

Enid me regala una mirada totalmente llena de emoción, parecía que había estado esperando esa pregunta toda su vida.

— Aquí— saca una navaja de su bolsillo derecho. Frunzo mis cejas preguntándome de dónde la sacó, ella se encoge de hombros como de costumbre—. Era mi mejor manera de decirte que tengo una de estas, ya sabes, por si las moscas.

Y ese “Por si las moscas” se interpretó como un “Por si llegas a serme infiel” aunque claro, sabía que cualquiera de sus amenazas serían en vano porque no tenía ni el valor de matar a una hormiga. De todos modos, no la culpaba.

Tomo el utensilio entre mis manos y lo primero que hago es abrirme campo entre a suciedad y los bichos que estaban en el tronco. Raspo la corteza con determinación, hasta que Enid toma una piedra del suelo diciendo que me ayudaría para que el proceso fuera más rápido.

En unos tres minutos o menos ya habíamos quitado la corteza en la zona en la que queríamos tallar. Yo me ofrezco a ser quien escriba los nombres, ya que Enid quería dibujar al final el corazón alrededor de éstos.

— Mhm, ¿qué te parece si en lugar de nuestros nombres escribimos algún apodo?— sugiere, torciendo su boca en señal de duda. Asiento sin más, al fin y al cabo este árbol se perdería entre todos los demás.

— Bien, ¿qué apodos quieres poner?

Tengo la impresión de que pondría algo común entre nosotras, como el Mer por el que siempre me llama; pero me sorprende cuando dice con un tono agudo cargado de entusiasmo:

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⏰ Última actualización: Feb 18, 2023 ⏰

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right where you left me (wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora