Cuatro

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Dos semanas habían pasado bajo una rutina simple y peculiar. Aquella donde cada mañana SungHoon llevaba el desayuno a JaeYoon, discutían por cosas triviales y de vez en cuando, recibía uno que otro cumplido.

Algunas veces SungHoon veía a JaeYoon merodeando por los jardines o jugando cartas con Yuna, una paciente del edificio B.

Con JungWon había establecido una amistad bastante sólida. Durante los descansos compartían pequeñas anécdotas de la vida de cada uno.

Por ejemplo, que JungWon había estudiado en Estados Unidos por un corto período de tiempo. O cuando SungHoon casi terminaba siendo atropellado por el padre de un amigo.

Por las tardes tomaba clases virtuales de cocina, dedicando su tiempo libre a hornear y cocinar recetas que llamaban su atención. El rubio sabía que no era bueno en la materia, pero con la practica y paciencia, todo al final tenía un buen resultado.

─ ¿Dónde están todos? ─ preguntó el pálido a Irene, quien estaba revolviendo y leyendo unos papeles. El hospital estaba más quieto y tranquilo de lo normal.

─ Oh, SungHoon. Me alegro que estés aquí. ─ dejó a un lado el manojo de papeles y pidió a SungHoon que le siguiera. ─ Olvidé decirte que hoy era día de excursión. Eres bienvenido a acompañarnos.

Salieron del edificio en dirección al estacionamiento, un pequeño autobús estaba estacionado en la cuneta, esperando.

─ Cada cierto tiempo tratamos de sacar a los pacientes a centros recreativos o de entretenimiento. Esta vez toca el museo.

Irene en varias ocasiones había visitado a SungHoon cuando acompañaba a JungWon. La doctora Bae y su hijo le habían adoptado bajo su ala de alguna manera.

─ ¿A qué museo iremos? ─ preguntó emocionado mientras ambos subían al transporte. La mirada de SungHoon buscó a JaeYoon y logró ubicarlo. Estaba sentado hasta atrás, mirando por la ventana.

─ Antropología, cariño. ─ el motor rugió e Irene dio una palmada en la espalda del rubio. ─ Oh, parece que el único asiento disponible es junto a Shim. Vamos, ve a sentarte.

SungHoon asintió y se movió por el estrecho pasillo hasta la última fila. JaeYoon aún no le había visto y no estaba seguro si fuera a gustarle estar junto al rubio sin ser capaz de alejarse. Vacilando, tomó lugar y vio a Jake girarse, una mirada de sorpresa en su rostro.

─ Era el único que quedaba. ─ murmuró SungHoon a manera de explicación. JaeYoon no respondió y en cambio, se giró para mirar por la ventana. ─ ¿Cómo estás hoy?

─ He tenido días peores. ─ contestó Jae sin voltear la mirada.  ─ Al menos saldrás al exterior. Ya sabes, aire fresco y en primavera. Los cerezos han florecido ya.

─ Mmm. ─ el pelinegro asintió con la cabeza. Pasó una mano por el cabello lacio y revuelto. Su camisa se apretó contra su cuerpo, marcando los músculos debajo de la tela. El rojo propagó por la cara de Hoon, bajando la mirada y comenzando a jugar con sus dedos.

─ Entonces ¿Qué tipo de música te gusta componer? ─ preguntó el rubio con voz animada. Nunca le había preguntaba a JaeYoon acerca de sus composiciones, excepto aquella vez donde le pidió ver la letra de aquella canción que hizo después de conocerse.

─ De todo un poco. Pero últimamente he estado en esto de las baladas y ritmos como el country, R&B y EDM.

SungHoon sonrió.

─ Me gusta eso.

JaeYoon no dijo nada y cruzó los brazos. El menor miró en su dirección.

Con su cabello lacio y el ceño fruncido, lucía tan diferente al Jae de los sueños de SungHoon. La luz de la ventana se reflejaba en los ojos cafés, la piel lucia suave. De repente Jake giró la cabeza y pilló a SungHoon mirándole.

─ ¿Tengo algo desagradable en el rostro? ─ bromeó.

─ No. No. Lo siento. Sólo que luces familiar.

─ Mira... ─ empezó y luego se detuvo, saboreando las palabras que diría a continuación. ─ Sé que piensas que tenemos varias cosas en común. Y sé que crees que podrías formar una amistad, pero pienso que sería mejor si no fuéramos cercanos.

SungHoon tragó en seco, su boca no emitió sonido debido a la falta de palabras.

─ Estoy podrido ¿Sí? Demasiado podrido. No hay solución para mí, nada de esto está funcionando, y sé que quieres ayudarme. Eres una buena persona, SungHoon, pero pienso que estar lejos el uno del otro es lo mejor. Me voy del hospital en una semana y voy a desaparecer, así que no tiene caso.

SungHoon sintió como si el aire hubiese sido sacado de sus pulmones y el nudo en la garganta se hiciese más grande. Su mente fue nublada y segundos más tarde, asimiló las palabras dichas por Shim.

─ ¿Desaparecer? Eso qué... ¿eso qué significa? No estarás tratando de decir que...

─ ¡Mierda, SungHoon! Todo. No hay solución para mí. Ni siquiera soy bueno.

El silencio reinó por unos segundos, aquellas palabras habían dolido en el centro del menor.

─ Estás equivocado.  ─ SungHoon hizo puños sus manos y miró con determinación al mayor. ─ Tú eres alguien bueno.

─ Ni siquiera me conoces. ─ espetó Jake.

─ No, no lo hago. Pero puedo decirte que todo mejorará. La vida mejora.

─ La gente siempre dice eso, pero francamente, ellos no saben ni una mierda porque no están en el lugar de quien sufre.

SungHoon suspiró y recostó su cabeza en el asiento del bus, la mirada de Jake reflejaba frustración. El menor meditó un poco lo que podría decir a continuación. Sabía que los casos de cada persona eran diferentes, pero si con algo podría ayudar a JaeYoon, era con una pizca de esperanza para no perder la luz. Así que volvió su mirada a la del pelinegro. 

─ Intenté matarme hace cuatro meses y medio. Me engañé a mí mismo creyendo que por tanto tiempo era feliz, pero no lo era. Traté de terminar con todo. Pero sabes, se podría decir que soy una prueba de que todo mejorará, JaeYoon.

SungHoon suspiró pesadamente y levantó las mangas de su suéter hacia arriba, mostrando las cicatrices. La mirada sorprendida de Jae viajó de arriba hacia abajo por la piel del rubio, tomando su tiempo para examinar.

El pecoso sintió lágrimas caer por sus mejillas, alejando con recelo sus brazos mientras llevaba una de sus mangas a los ojos para limpiar las gotas saladas.

Después de unos minutos completamente en silencio, la voz de Jake dio un poco de tranquilidad al menor.

─ Tal vez no somos tan distintos. ─ el pelinegro sonrió. ─ Me alegra que ese haya sido tu caso, SungHoon.

Aquella respuesta fue como un balde de agua fría para el pelirrubio. La determinación se reflejó en la mirada de SungHoon y de su mochila pequeña sacó un pedazo de papel y lapicero.

─ Te lo voy a comprobar esta semana. Ahora, aquí, escribe una lista de las cosas que más te gustaría hacer.

─ ¿Como una lista de cosas que hacer antes de morir?

El menor pensó en ello por un segundo.

─ Precisamente. ─ el rubio entregó las cosas a Jae y éste dejó escapar una risa divertida mientras negaba.

1.Manejar un helicóptero.
2.Hacerme un tatuaje.
3.Arreglar mi nombre y reconciliarme con mi papá.
4.Grabar una canción.
5.      

─ Hay una cosa que no escribí, pero cuando me vaya, te haré saber si fue lograda con éxito o no. ─ mencionó JaeYoon.

SungHoon se sentó más derecho y le enfrentó.  ─ Trato.

─ Me gustaría mencionarte que una de ellas es bastante imposible de lograr. ─ JaeYoon se estiró y elevó sus manos por encima de la cabeza para después, apoyarlas en la cabecera del asiento y recostar su cabeza. ─ Así que suerte.

─ No subestimes mis habilidades. ─ el rubio sonrió, viendo como una de las esquinas de los labios de JaeYoon se estiraba ligeramente.

─ Eres todo un caso, Park SungHoon.

𝗘𝘃𝗲𝗿𝗴𝗹𝗼𝘄 ✿ 𝗝𝗮𝗸𝗲𝗵𝗼𝗼𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora