El destino y algo más

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Tú: Hola! Que hace aquí, necesita algo?

Robert: Solo necesito una cosa (acercándose a ti)

Tú: (risa nerviosa) Si, cual? Si quieres puedo ayudarte...

No dejo terminaras la frase cuando te toma fuertemente por la cintura contra su cuerpo, mientras acariciaba tu pelo, miraba tus labios, tus ojos y sentías su respiración. Estaban frente a frente podías sentir el roce de sus labios en los tuyos y sin más te beso. Al principio estabas totalmente sorprendida pero fue cosa de un segundo que te dejaste caer en sus brazos y en sus besos; comenzaste a acariciar su pelo, su cuello, su rostro y él te apretaba más y más contra él. Cuando ya sentías que el aliento no te daba más lo alejaste de ti.

Tú: Que estás haciendo? Que estamos haciendo?  (Agitada)

Robert: Lo que hace todo el mundo cuando se enamora (intentando besarte nuevamente)

Tú: Espera... enamorada? Tú estás enamorado? (alejándolo) Mira perdón, reconozco que me gustas mucho, demasiado y debo decirte que todo este tiempo te he estado evitando pero tú (mirándolo) tú debes tener tu familia, esposa, hijos, tu vida hecha y de verdad este beso me dejo en las nubes pero no puedo, no podemos (dirigiéndote a la puerta)

Robert: ( Tomándote del brazo) Ahora tú espera un momento,  porque tú supones y lo das por hecho que las cosas son así? Está bien, tuve una esposa, tengo hijos pero prácticamente estoy solo hace mucho tiempo.

Él se acerco a ti pidiéndote que lo escuches pero primero tenías que ir a dejar el banco que te había pedido el inspector y a escondidas volviste a la bodega. Te conto prácticamente toda su vida y le creíste y desde ese día todo cambio en tu vida.

Los días al lado de Robert eran maravillosos, te hacía sentir la persona más amada del mundo  pero no podían expandir su amor en la escuela pero siempre se pegaban unas arrancaditas en la bodega, la única persona que sabia oficialmente era Lisa, la cual te apoyo desde el primer momento todo era genial hasta que llego el día de tu licenciatura mientras estabas recibiendo tu diploma lo miraste y lo viste sonreír tan orgulloso mientras te decía te amo.

Tuviste la gran fortuna de entrar a la universidad que tanto deseabas pero el problema es que tenías que irte de la ciudad y para Robert esta noticia no le agrado mucho.

Robert: Pero [tn] como te vas a ir a otra ciudad, si acá también hay universidades

Tú: entiende que mi sueño siempre fue ir a esa y ahora lo logre (dándole un beso) podrías estar feliz por mí por lo menos.

Robert: Si lo estoy, claro que si (abrazándote fuerte)

Tú: Te tengo una sorpresa (hablándole al odio)

Él te queda mirando algo asombrado mientras tomas su mano, caminaron hasta llegar a tu casa y él un tanto extrañado te pregunto qué hacían aquí le cerraste los ojos, dirigiéndolo hacia adentro. Déjame decirte que te luciste con la cena, las velas y esa armonía de amor puro que ambos explayaban.  Quizás fueron las copas, la música o la comida pero sentiste ganas de ir más allá. No paraste de mirarlo hasta que se pusiera nervioso, comenzaste a acariciar su rodilla, te acercaste y con la punta de tu lengua mojaste sus labios, tomaste sus manos hacia tus caderas acomodándote encima de él.

Robert: Cariño, que te pasa? (sacándote el pelo de tu rostro)

Tú: Acaso no te gusta? (moviéndote en vaivén)

Robert: Claro que me gusta

Fue en ese momento donde prácticamente se abalanzo sobre de ti, besándote hasta morderte los labios, sus manos recorrían tus muslos, glúteos, cintura, espalda hasta llegar a tus senos podías sentir su erección mientras te los acariciaba. Comenzaste a desabrocharle el cinturón y a bajar su cremallera, suavemente acariciabas su pene.

Robert: Quiero hacerte mía (besándote el cuello)

Te tomo de los glúteos, parándose te sentó sobre la mesa  subiéndote el vestido te saco las bragas y rápidamente te desabrocho la blusa arrancándote el sostén mientras tú introducías su pene en ti, mientras te hacia suya te jalaba del pelo, su respiración agitada en tu cuello, estabas en el infierno mismo. Cada penetración era más y más fuerte sus lenguas se enredaban haciéndose una sola, era una sensación como de comerse uno al otro. Estaban llegando al clímax, cuando te agarra fuerte apretándote las caderas y se miraron con sus bocas abiertas intercambiando la respiración, la transpiración corría por sus cuerpos  y con sonrisa descarada te mira dándote a entender que ya eres suya. Esa noche hicieron el amor toda la noche, no hubo rincón de esa casa en donde demostraron su deseo.


"El nuevo profesor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora