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—Solo te recuerdo que llevas diez minutos estancado en cárcel y viendo como sigo ganando propiedades y dinero, Daring. ¿Aún no te animas a pagar?

La miró espantado... si alguien le hubiera advertido lo competitiva que era Rosabella habría pensando dos veces antes de autoproclamarse ganador desde el inicio.

Quizás lo malo era que solo eran dos jugadores y... Esta bien, no. Lo malo -para él- es que Rosabella era una mente maestra en esto y él la había subestimado.

Resignado a más no poder entrego los "billetes" y salió por cuarta vez en la noche de esa maldita casilla. Lo más que le dolía era su orgullo al saber que en realidad la castaña estaba a nada de ganar porque él estaba también a nada de caer en banca rota.

Juego más desgraciado pensó

Y como si fuera un profeta... Ok no, estaba más que claro que solo unos segundos era lo que faltaba para decir "Ya no quiero jugar" en lugar de "Me quede sin nada".

—Gané —sonrió victoriosa la chica. Él solo resopló antes de agregar:

—No, en realidad es un tipo de empate. No he perdido.

—Estabas a nada de dejar caer tus últimos doscientos dólares. ¿Eso no te parece muy trágico?

—Es un empate y no estoy dispuesto a discutirlo contigo.

—Entonces exijo la revancha

—Tengo sueño —él inventó de momento.

—No, tienes miedo al éxito

—¿Por qué eres tan competitiva? Eso es feo

—Mira quien lo dice —respondió y se rió. Quería decirle que no era cierto, pero eso era mentir y no había mentido nunca... excepto cuando le dijo a su padre que si quería estudiar administración de empresa, cuando acepto ir a la universidad de Delaware habiendo logrado ser aceptado en Stanford por si mismo, también cuando... y la lista sigue, pero ¿Mentir innecesariamente? Eso no y no estaba en sus planes

—¿Mejor tomamos algo, te parece?

—No creas que me olvidaré de la revancha —le recalcó antes de asentir de acuerdo a la propuesta. 

Esta vez la bebida caliente fue remplazada por un jugo de naranja a media noche. Seguía helado, sí, pero ya estaba cansada de lo caliente y Daring... bueno Daring solo copio su idea por curiosidad.

—¿Por qué algo tan frío a esta hora de la noche? —No resistió evitar preguntar antes de lograr dar el tercer sorbo a su casi frozen.

—¿Por qué me copiaste? —rebatió ella

—Responder una pregunta con otra no es muy educado de tu parte, princesa.

—En tu respuesta esta la clave a la respuesta que quieres que te dé —explicó aunque dejó en la Luna al chico—. No me llames así, suena raro —y ella bebió otro trago de su vaso.

—Porque me dio curiosidad...

—Exacto

—¿Qué?

—Una vez vi hacer esto a alguien, me dio curiosidad también y lo hice —explicó sencillamente, pero la expresión confusa en el rostro de Daring no tardó en presentarse—. Todos por lo menos alguna vez hemos caído en la tentación de la curiosidad. Podemos ser fuertes pero no invencibles; después de todo solo se necesita una mínima gota para rebalsar un vaso, ¿No?

El chico lo medito. Vaya, en verdad tenía razón pero aún así no se lo diría, por lo menos de momento.

—Me resultas demasiado... ummmm no encuentro la palabra... —Esta vez ella cayó en la duda, y para salir preguntó:

Justo donde me dejasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora