5. Vulnerable

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Abrí las piernas ante la presión que ejercían dos poderosas manos sobre mis muslos. Alcé la cabeza mientras cerraba los ojos al sentir aquel calor húmedo acariciando mi intimidad. Aquella lasciva lengua se burlaba de mí, recorriéndome de arriba a abajo.

Estiré los brazos para sujetar una lacia cabellera, rogando por más de aquel afrodisíaco placer. Sentí cómo el roce ascendía hasta mi clítoris y comenzaba a estimularlo. Nunca lo tocaba directamente, volviéndome adicta a aquella sensación de excitación por el placer que estaba por venir, pero que nunca llegaba.

Sin embargo, sí sucedió, súbitamente, al notar cómo el centro de mi placer era succionado cuidadosamente, casi haciéndome gritar. Mi espalda se curvó mientras enredaba mis dedos en aquel cabello. Gemí, abriendo los ojos. Quería mirar a la persona que me estaba haciendo sentir como en el cielo. Seguramente se trataba de ella, ¿verdad...?

Sorprendida, noté que nos encontrábamos en una habitación de un tradicional castillo japonés. Bajo nuestros cuerpos yacían los pedazos de tela de componían unos atuendos de época, aunque no podía identificarlos con claridad en la penumbra. Lo que era imposible confundir era aquel brillante cabello plateado y aquellos ojos de color ámbar.

- No deberíais hacer tanto ruido, princesa. – Susurró el hombre, derramando su cálido aliento contra mi intimidad. – La van a escuchar.

- No puedo evitarlo si haces eso, Sesshomaru... - Jadeé, cruzando las manos sobre mi boca.

- Voy a tener que detenerme si no te contienes. – Me advirtió mientras amenazaba con retirarse de entre mis piernas. – Si nos descubren, se acabó.

Me incorporé rápidamente, alcanzando su rostro con las manos.

- Haré todo lo que pueda, por favor, no pares... - Le supliqué.

Sesshomaru cubrió mi boca con su mano, mientras que con la otra introducía un dedo en mi interior, haciéndome estremecer. Me mordí el labio, tratando de reprimir el gemido.

- Bien... Buena chica. – Murmuró el hombre de cabello plateado mientras presionaba mi interior, buscando aquellos puntos específicos que sabía de sobra que me hacían temblar de placer. – Así podemos continuar...

El estruendoso pitido del timbre de mi casa me arrancó de mi ensoñación con crueldad, desatando el dolor de cabeza resultado de la noche anterior. Gimoteé mientras me revolvía entre las sábanas. ¿Acaso no podía parar? Sea quien fuera, no tenía ganas de ver a nadie.

Entonces comenzó a vibrar mi móvil, a la par que el estruendo del exterior se convertía en un concierto insoportable. Agarré el teléfono, descolgando la llamada sin mirar. El timbre dejó de sonar de inmediato.

- ¿Sí...? – Murmuré con la voz ronca.

- ¡Vaya susto me habías dado, Kaori, ya pensaba que te habían secuestrado!

- ¿Tomoki...? – Balbuceé, aún atontada.

- Claro que soy yo. Ábreme la puerta, tonta.

Maldiciendo en voz baja, me arrastré fuera de la cama hasta llegar a la entrada de mi modesto apartamento. Una vez allí, dejé pasar al insistente de mi amigo, quien me observó de arriba abajo sin fingir su asombro:

- Wow, una noche movidita, por lo que veo... ¿Sigue aquí?

- ¿De qué hablas...?

- De Sesshomaru Taisho, ¿quién si no?

- No, no, ¿por qué iba a estar...?

- Hazme el favor de mirarte en el espejo, anda, pájaro loco.

Under my skin (Sesshomaru x Rin) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora