Cap. 3: Recuerdos

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Bombón gritó al ser sujetada por aquella bestia mecánica, con Mojo Jojo como piloto de la misma. Entre las ruinas del edificio derribado por el robot, estaba una herida Bellota, quien ya no tenía sus poderes, a causa del rayo de antídoto X de Mojo Jojo.

—¡Bombón!—gritó Bellota en un intento de levantarse para ayudar a su hermana

—¡Bellota, vete!—ordenó Bombón, quien tampoco tenía sus poderes.

—¡Jajaja! ¡Es inútil resistirse, Superapestosas!—alardeaba el mono genio—¡Yo, Mojo Jojo, las he vencido!

En un instante, un destello azul impactó en el brazo del mecha, el cual fue destruido, a la par que dicho destello dejaba sana y salva a Bombón junto a Bellota.

—¡Burbuja!—dijeron sonrientes Bombón y Bellota al ver a su hermana, quien había llegado en su ayuda.

—¿Están bien?—preguntó preocupada la rubia.

—Estamos bi-¡Cuidado!—habló Bellota, al ver cómo el robot, con su brazo restante, alzaba su cañón de antídoto X.

Burbuja volteó la mirada, disparando su visión láser, la cual acabó con el brazo del robot. La rubia voló a gran velocidad contra el mecha, atravesando su armazón múltiples veces, hasta que la máquina cayó, como de costumbre. Mojo Jojo salió de la cabina, siendo sujetado de la capa por Burbuja, quien lo fulminó de un golpe suave en el rostro, dejando al villano inconsciente.

—Volvamos a casa—decía Burbuja, volteando a ver a sus hermanas—. El profesor las ayudará.

—Jeje, ay, Burbuja, nunca cambies—dijo Bellota tras una ligera risa.

Burbuja tomó las manos de sus hermanas, alzó vuelo y seguidamente, despertó. Estaba en su habitación, arropada entre sus sábanas azules, rodeada de las camas de Bombón y Bellota.

—Solo...fue un sueño—murmuró la rubia cabizbaja y se dejó caer en la almohada.

Burbuja miró al techo, melancólica, recordando sus momentos con sus hermanas. Realmente, Burbuja no quería levantarse de la cama, miró la hora, las dos de la mañana.

El profesor Utonio sintió unos ruidos similares a golpes, los cuales lo despertaron. El científico salió de su cuarto, la fuente de los golpes resultaba ser la habitación, ahora, de Burbuja. Utonio abrió la puerta lentamente y se encontró con Burbuja golpeando un saco de boxeo, tal y como hacía Bellota en su momento.

—Burbuja, ¿Qué haces?

—Entreno—respondió sin mirar a su padre—. Me ayuda a dormir

Burbuja siguió golpeando el saco, hasta que lo rompió. La rubia caminó hasta el armario y sacó otro, solo para seguir golpeando. Utonio se quedó mirando, podía jurar que se parecía más a Bellota que a Burbuja. El profesor cerró la puerta y dejó sola a la chica.

A la mañana, Utonio se levantó como de costumbre. Se aseo, se cambió y bajó las escaleras rumbo a la cocina, para encontrarse a Burbuja, quien se encontraba leyendo, con dos tazas de café, una para ella y otra para Utonio.

—¿Burbuja?—la chica no respondió—¿Qué haces?

—¿Hmmm?—se volteó y miró a su padre—Buenos días, profesor

Utonio se sentó junto a Burbuja mientras le devolvía el saludo. El profesor pudo notar ojeras en los grandes ojos de la rubia, los cuales no se despegaban de las páginas del libro, que se trataba de la novela favorita de Bombón.

—Burbuja—llamó el profesor—¿Cuánto tiempo dormiste?

—Unas...dos horas—respondió mientras cambiaba de página.

—¿Solo dos?

—Sí

Utonio claramente estaba preocupado por el estado de Burbuja, pero todos sus intentos de charla eran casi inútiles, debido a que la joven no estaba concentrada en lo que el profesor decía, estando centrada en el libro y en su taza de café, ya vacía. Burbuja echó una ligera mirada al reloj.

—Debo irme—dijo la Superpoderosa tomando su mochila y guardando el libro en ella—. No quiero llegar tarde a la escuela.

Utonio se sorprendió, se esperaría esa frase de Bombón, mas no de Burbuja. Ella no era irresponsable, pero tampoco era tan estudiosa y dedicada como la pelirroja. Burbuja saludó a su padre con un beso en la mejilla y salió de la casa, para luego volar hacia la escuela.

Las horas pasaron, Burbuja salió de la escuela y decidió caminar de regreso a su casa. Era algo que le gustaba hacer con sus hermanas, hablar de su día y de cosas personales, pues, cada una tenía sus propias actividades, contrario a la creencia popular, no estaban todo el tiempo juntas. Una dolorosa nostalgia invadió a la chica, al recordar dichas charlas, como el partido de Basketball de Bellota, algún libro nuevo leído o comprado por Bombón, o Burbuja hablando inocentemente de alguna experiencia de un pretendiente distinto cada día, eran pequeños momentos que la rubia no supo valorar en su tiempo, según ella misma.

Burbuja escuchó una notificación de su teléfono y suspiró, al saber de quién era. Sacó el dispositivo de su bolsillo y revisó el mensaje, para luego guardar el teléfono y volar hacia la alcaldía, entrando a la oficina del alcalde, esta vez como era debido.

—Buenas tardes, Alcalde

—Buenas tardes—respondió el señor nervioso—. Sé que estás pasando por un momento difícil, como todos, pero te necesito.

El alcalde levantó su clásico frasco de pepinillos, sacando otro suspiro de Burbuja, quien tomó dicho frasco y lo abrió, para luego entregarlo al Alcalde.

—Gracias

—De nada, es un placer—dijo sin ganas y forzando una sonrisa.

Burbuja se retiró de la alcaldía y regresó a su casa. Dejó su mochila en su habitación y se echó en la cama, sin percatarse de que era la cama de Bellota. Burbuja se sintió tan cómoda que se durmió en la misma. En su sueño se encontraba charlando con Bombón, parecía más un recuerdo que un producto de su imaginación.

—Yo no entiendo cómo es que puedes leer y estudiar tanto—le decía Burbuja a Bombón

—El cerebro es nuestra arma más poderosa—respondió sin despegar la vista de un libro de física—. Al igual que nuestros músculos, debemos entrenarlo constantemente.

—¡No le creas. Burbuja!—hablaba Bellota mientras humillaba al profesor en las vencidas, pues Utonio quería demostrarle que también era fuerte—¡Lo hace porque es una nerd!

Las burlas de Bellota no parecían afectar a Bombón, quien solo seguía en lo suyo. Utonio cedió y fue vencido por Bellota, quien se puso a presumir.

—¡Eso pasa cuando no entrenas el cuerpo, quedas como el profesor!

—Y cuando tampoco entrenas el cerebro terminas sacando una F en el examen final como Bellota—respondió Bombón, mientras dejaba su libro y cruzaba los brazos, mirando a Bellota con una sonrisa burlesca y una ceja alzada.

La verdosa quedó muda y frunció el ceño, para iniciar una discusión con Bombón. Burbuja dio una risita y cerró los ojos, para luego separar a sus hermanas.

—Ya no peleen—decía Burbuja—. Saben que nunca me gustó eso.

Bellota suspiró y se disculpó, al igual que Bombón, para ambos dar una caricia cada una en la cabellera rubia de Burbuja, quien sonría debido al agradable tacto. La última Chica Superpoderosa se despertó, tratando de no llorar, viendo a su alrededor. Se levantó y miró el reloj, no había dormido mucho, solo una media hora. Burbuja se dirigió al baño y se miró al espejo, para luego cerrar el puño, aguantando las ganas de romperlo de un golpe directo a su reflejo. Se lavó la cara y se dirigió a la cocina, encontrando una nota en el refrigerador, la cual tomó Burbuja y la leyó.

"Burbuja, hoy me quedaré hasta tarde en el trabajo. Tienes comida en el refrigerador.

-Papá"

Burbuja suspiró y sacó la comida, la calentó en el microondas y se sentó en la mesa para comer, justo en el medio. Ahí estaba ella, normalmente sus hermanas le hacían compañía cuando Utonio se quedaba hasta tarde trabajando, pero esta vez, Burbuja estaba completamente sola. 

Las Chicas Superpoderosas: SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora