La ciudad de Saltadilla, alguna feliz, con sus tres guardianas, hasta aquel día, en el cual su archienemigo, Mojo Jojo, acabó con la vida de Bombón y Bellota. Desde entonces, la zona urbana cargaba con una atmósfera lúgubre entre sus ciudadanos, como si la dicha de su ingenuidad se hubiera desvanecido. Pero nadie estaba tan afectado como Burbuja y el Profesor Utonio, hermana y padre, respectivamente, de las fallecidas, los cuales enfrentaban a su manera el dolor.
Burbuja había sido citada en la oficina del alcalde, pues este le tenía una tarea, que solo ella podría cumplir, esta vez no se trataban de sus pepinillos.
—¿Qué?—preguntó con sus enormes ojos casi saliendo de sus cuencas.
—Como lo oíste—pronunció el señor de baja estatura—. Necesito que seas la escolta de Mojo Jojo hoy. Verás, Mojo se ha vuelto la persona, si es que así podemos llamarlo, más odiada de la ciudad—explicaba el alcalde—, por lo que han habido varias manifestaciones, que rozaban la violencia fuera de la prisión donde está resguardado. Hoy es su juicio por el incidente de tus hermanas y necesito que estés presente en su camino a la corte.
—¿Por qué yo?—cuestionó con algo de molestia tras un ligero silencio—¿Qué hay de la policía?
—Nuestros policías no son los más efectivos—le respondió la señorita Bellum—, no podrían protegerlo. Dentro de la cárcel no hay temor de que lo lastimen ciertos prisioneros, pues lo han encerrado en una celda de máxima seguridad, pero afuera no serán capaces de montar un operativo ni conseguir un equipo capaz de defenderlo de la multitud. Además, si estás con él nadie le hará daño, porque los ciudadanos confían en ti.
Burbuja miró a la secretaria, pese a disgustarle la idea de proteger al animal que asesinó tanto a varios inocentes como a sus hermanas, no podía rebajarse a su nivel, debía ser mejor que él. La Última Superpoderosa aceptó su misión. La rubia se levantó de su asiento y regresó a su casa.
—¡Profesor—llamó a su padre, sin esperanzas de que le respondiera—, llegué!
—¡Burbuja!—respondió el científico para su sorpresa asomándose desde la cocina con el almuerzo—Te preparé tu plato favorito. Siéntate.
—Gracias, Profesor—Burbuja se sentó en la mesa y se quedó viendo el plato que Utonio la había dejado—. El alcalde me encomendó una tarea para hoy.
—¡Genial! ¿Y cuál es?—preguntó para luego beber un sorbo de su vaso
—Ser la escolta de Mojo Jojo—respondió la rubia, a lo que Utonio escupió el contenido del vaso y observó a su hija.
—¡¿Cómo va a pedirte eso?!—habló indignado el profesor mientras se levantaba de la mesa—¡Me va a escuchar!
Utonio se disponía a irse, hasta que Burbuja lo tomó de la bata, deteniendo su avance sin dificultad. El Profesor la miró a los ojos, los cuales transmitían desagrado por su tarea, pero no solo por eso iba a rechazarla.
—No puedo dejar que mi odio me consuma al punto de ignorar que Mojo Jojo necesita protección—Burbuja volteó a ver una foto colgada en la pared, en la misma estaba su familia al completo, cuando las tres chicas eran niñas—. Ellas no lo hubieran querido así.
—Lo entiendo—dijo Utonio tras dar un suspiro.
Unas pocas horas pasaron, en las cuales Burbuja terminaba de procesar su misión. Se alistó con su clásico traje adaptado para su edad actual, salió de su casa tras despedirse de Utonio y alzó vuelo hasta la prisión asignada para el mono genio. En aquel sitio la esperaban unas patrullas, y al cabo de unos minutos, Mojo Jojo salió acompañado por dos oficiales. Los dos resultantes de la sustancia X cruzaron miradas, como si quisieran fulminar al otro con solo los ojos.
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Las Chicas Superpoderosas: Sola
FanfictionLas Chicas Superpoderosas llevan años protegiendo a la ciudad de Saltadilla. Durante el décimo aniversario de su gran primera victoria sobre Mojo Jojo, el mono maligno tomará su venganza. Esto dejará grandes cicatrices en la ciudad, sus habitantes y...