Extra III: Cortar el mal de raíz

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—Milo... Acaso olvidaste que Camus te engaño?—

—Claro que no lo olvide Aioria, pero fue mi culpa todo lo que pasó... Si hubiera sido un buen novio lo hubiera cuidado mejor, lo deje solo hasta ahora, todo por estar cegado por mis celos y lo termine lastimando con mis acciones. Ahora solo quiero hacer las cosas bien Aioria, no quiero perder a Camus.—

Al escuchar todo eso, el caballero de Leo apretaba la mandíbula con fuerza, no podía contener las lágrimas que salían de sus ojos y solo deseaba gritar. Estaba perdiendo a Milo y no sabía que hizo mal para que eso pasará.

—Y que fui yo para ti!? Que sentiste por mi todo este tiempo!?— El caballero de Leo estaba dominado por la molestia y rabia, las ganas de golpear a Milo no faltaban. Pero debía controlarse o todo estaria en su contra.

—Fuiste solo parte de mis despecho, disfrute mucho de ti Aioria, pero si me quisiera casar con alguien, sería con Camus.—

Aioria sintió que las fuerzas en sus piernas le faltaban y al escuchar todo ello cayó de rodillas, sus ojos habían perdido ese brillo especial y su cuerpo temblaba por la molestia ¿En que había fallado? Estaba cerca de casarse con Milo y ahora solo lo trataba como una basura que podía tirar cuando se le viniera en gana.

El caballero de Escorpió considero que no tenía mucho tiempo para arreglar las cosas, de hecho sino quería que Aioria siguiera interfiriendo debía alejarlo. Y al parecer eso había funcionado, poco le importo los reclamos de sus compañeros y verse como una persona sin corazón que había lastimado a Aioria.

Tomo el anillo y lo guardo nuevamente en su bolsillo, luego se retiró del lugar, dejando a Aioria más que destrozado.

—Ah... Esto debí hacer desde un principio, se siente muy bien!— Milo estiro un poco sus brazos y se dirigió a su templo, para su mala suerte había regresado en el tiempo con una desventaja y esa era que debía esperar al amanecer para seguir con su plan de recuperar a Camus, pues lo más probable era que su amado se encontra durmiendo.

Al llegar a Escorpió, Milo no podía dormir, recostado en su cama trato de pensar en que podría hacer, ¿Como era posible solucionar un conflicto de meses en solo unas horas?

No lo sabía, tal vez no tendría ni el tiempo suficiente para hacerlo, pero no se dio por vencido, se levantó de su cama y fue a su escritorio para empezar a escribir una carta, debía decirle todos sus sentimientos a Camus y la verdad: Que un futuro sin él no era lo que deseaba.

No era bueno escribiendo, hace tiempo que no agarraba un papel y bolígrafo, a quien engañaba? el era un guerrero, los pocos conocimientos que tenía lo había adquirido cuando era niño, luego su principal objetivo era ser el más fuerte de toda la orden. No había tiempo para leer o escribir.

Pero eso no le impidió escribir la carta, las primeras no fueron como deseaba, tuvo que arrugarlas y tirarlas, las otras siguientes no transmitían su amor, por lo que terminaron como las primeras. Así pasaron las horas, Milo no se sentía cansado pero si estresado, plazmar los sentimientos en una hoja no eran tan fácil como imagino, debía ser cuidadoso en cada palabra y hacer notar su arrepentimiento.

Fue cuando los primeros rayos de sol atravesaron su ventana que pudo terminar la carta perfecta, si tenía algunos errores ortográficos, pero contenía todo lo que quería decirle a Camus, que en el pasado, presente y futuro solo era el, con el que quería pasar el resto de su vida, eso y mucho más tenía esa carta de amor. Para finalizar Milo lo había firmado al pie de la hoja y lo puso en un sobre, luego para asegurarse de no olvidar la hoja lo guardo en su bolsillo, por fin era de día, así que debía aprovechar cada minuto que tenía para que Camus fuera suyo nuevamente. Así que fue a buscarlo.

Mal de amores [DeathmaskxCamus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora