☯ • Tártaro

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Terminó de comer. 

Tapó el termo y lo abrazó, pues seguía un poco caliente. Se percató con sorpresa que ya no temblaba; seguía teniendo frío, pero no sentía... morir. Entonces se dio cuenta de que el viento no soplaba, y el recuerdo de la ráfaga de viento que lo había despertado unió unas piezas. Debía de ser un elemental, y por ende... un ninja. Quizá por eso lo había ayudado. Entonces tal vez sólo era su trabajo...

Lloyd endureció la mirada, pero una parte de él seguía agradecido con el chico. Le había brindado la mejor cena que jamás había tenido. Fuera cual fuera su cometido, había impedido que muriera aquella noche.

Tal vez el chico causaba que no hubiera viento en su pequeño paradero. Si era así, entonces seguía cerca. No creía que su poder llegara a tanto como para hacer el efecto tan duradero. Al menos, Lloyd jamás había logrado eso... con su secreto, aquel que le había causado tantos problemas. Quizá por eso odiaba tanto a los elementales.

Fuera el deber del ninja o no, le estaba ayudando. Pensó entonces en que no tendría más testigo para su buena obra que Lloyd, el niño que tanto acostumbraba a mentir. No lo hacía para impresionar a menos de que alguien viniera con él.

A pesar del sueño que le golpeaba, Lloyd se puso de pie y pensó en si debía buscarlo, en si debía devolverle el termo, aunque sea, aunque le fuera tan útil en esos momentos.

Pero ¿por qué estaba pensando así? ¿Por qué de repente pensaba en hacer lo correcto? ¿Por una pequeña muestra de humanidad en el mundo?

Los ojos de Morro vagaban entre el cielo y el pórtico de aquella vivienda. Las farolas de todo el pueblo estaban apagadas y no había ni un alma en las veredas... Lo único audible era el aire chocando contra los llamadores de ángeles.

Ambos, él y Maeru, estaban alertas por si veían al malhechor pero no había rastro de nadie despierto a esas horas.

Aquella molestia no se salía de la presión en su pecho ni del tic en su pierna. Suspiró con pesadez y se concentró plenamente en el chiquillo...

Pero sus venas se congelaron al no verlo en el umbral de la puerta. Se dio vuelta apoyándose en las frías tejas... Lo alcanzó a ver, levantado, sosteniendo entre sus manos el termo y agudizando la mirada.

Se volvió agachar y miraba con intriga qué haría por siguiente.

Echando mano a sus sentidos de nuevo, Lloyd observó todo alrededor. No había ni una luz cerca, veía poco más allá de sus ojos. Agudizó el oído y escuchó un leve movimiento cercano, no frente a sí o a un lado, sino arriba.

Lloyd acarició el termo con sus dedos, nervioso. No sabía qué hacer, o qué quería hacer siquiera. Sentía el impulso de llamarlo, dando por sentado que era una persona que no estaba allí para amenazarlo, pero ¿qué haría? Lo único que tenía era curiosidad de saber quién era, de saber por qué lo había ayudado.

Por otra parte, Lloyd se dejaba llevar por sus impulsos. Ahora era más difícil. Se sentía más vulnerable que normalmente, y acechado. Pensó que el ruido podía provenir de alguien más que no estaba para ayudarlo, o se podía tratar de un gato callejero.

Le gustaban los gatos. Se quedaban a su lado más tiempo que muchos. El pensamiento lo animó y finalmente gritó algo:

—¡¡Sé que estás allí!! —gritó inflando el pecho y lanzando su voz desde el abdomen, ignorando el miedo que intentaba esconder—. ¿Quién eres? ¡¿Qué haces aquí?!

Los pensamientos acechaban a Morro. 

¿Cuál habría sido su trayecto?

¿Habrá él también llegado en condiciones deplorables? Esperaba que no...pero su negación era absurda

☯ • Tʜᴇ Gʀᴇᴇɴ Cᴜʀsᴇ || Ninjago AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora