Capitulo 4

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Habían pasado tres días desde que el celo del alfa había comenzado. Podría decirse que fué uno de los peores que tuvo la desdicha de pasar. Estuvo encerrado en una fría celda en el sótano y lo único que le habían dado fueron unas míseras gotas de agua sucia en un cacharro de lata. Se sentía como un perro maltratado.
El primer día agonizaba de dolor y ni siquiera tocándose conseguía el alivio; al segundo los calores y la fiebre se hicieron muy presentes y las heridas de los golpes que le había propinado su propio padre ardían; al tercer día el cansancio mental le ganó y volvió a desmayarse, pero no logró despertarse hasta un día después.

Zayn estuvo muy preocupado por su amigo todo ese tiempo. Se encargó de curar y cuidar a María cuando se enteró de lo sucedido, ella se encontraba mucho mejor ahora, pero lloró cuando supo donde estaba Harry y el trato que recibió.
En cuanto el omega supo que había terminado el celo de su amigo y habían abierto la puerta de la celda, discretamente bajó en su búsqueda.
Lo encontró tirado inerte en el suelo, los golpes de su cara se encontraban de varios colores e hinchados, había cortes en su labio y cejas.

-Aquí estoy amigo, está bien- le susurró Zayn.

Arrastró el pesado cuerpo de Harry hasta la pared para poder sentarlo. Le había traído una pequeña botella con agua fresca, así que comenzó a darle gotitas para humedecer su boca pero no hubo respuesta. Puso un poco de alcohol en su mano y la acercó hacia la nariz del alfa; Harry comenzó a toser y jadeó de dolor. Una zona de sus costillas estaba moradas.

-¿Zayn?- dijo con voz rasposa el alfa

-Si, soy yo. Vamos, te llevo arriba- le contestó su amigo.

Luego de varios intentos de ponerse de pie, Harry lo logró. A paso lento y sigiloso, subieron los escalones del sótano. Atravesaron un largo pasillo, abrieron una puerta y salieron a uno de los pasillos amplios de la casa; los condujo hasta el hall y continuaron hasta la escaleras del primer piso para subir a la habitación del alfa. Una vez allí, Harry se recostó exhausto.

-Ey ¿Cómo estuvieron las cosas por acá arriba?- preguntó el alfa.

-Tu papá- se cortó- Des, estuvo intenso. Los golpes que le diste aun se logran ver. Luego de haberte encerrado, se fué y dió el aviso a los guardias de no abrirte la puerta hasta que tu celo no acabase pero, seguías desmayado cuando te encontré.-

-María- dijo el alfa sentándose de golpe y jadeando por el dolor que esto le provocó. -Des la golpeó. Ella ¿está bien?. Tengo que verla. Llévame a verla- anunció el alfa desesperado.

-Ey Harry, te harás más daño del que ya tienes encima. Ella está bien, me encargué de curarla. Sufrió un golpe en la cabeza pero no es nada serio, se encuentra mejor.-

Harry recostó su cabeza contra el respaldo y soltó un suspiro de alivio.

-Gracias Zi. Enserio, no se que haría sin ti- dijo el alfa mientras miraba a su amigo. Sus ojos grises brillaban de cariño y gratitud. Zayn realmente es como un hermano para él. Estuvo siempre a su lado y jamás le soltó la mano, le debe mucho.

-Siempre es un placer hermano- contestó el pelinegro. -Ahora, tenemos que llevarte a algún lugar a curar esas heridas- agregó Zayn mientras observaba sus hematomas y cortes.

-Hmm- suspiró el rizado entredormido.

-Voy a ir a lo de Liam, él debe saber a dónde pueden ayudarnos. Ya vuelvo Harry- dijo el omega mientras se levantaba de la cama

-Okay, aquí te espero- contestó el alfa mientras bebía más agua.

Zayn bajó las escaleras rápidamente y salió por la gran puerta en busca del alfa castaño. Recorrió el habitual camino hacia el mercado. Verdulerías, almacenes, mercerías y panaderías se encontraban abiertas y trabajando. En Azgeda la gente vivía al día, no se podían dar el lujo de tener despenseros en sus casas del tamaño de una habitación, eso solo era suerte de las familias ricas de la ciudad.

El destello de sus ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora