¿A qué temperatura arden los pergaminos? -PANSMIONE-

𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝐼𝒱

Las semanas avanzaban y el invierno se acercaba. Algo se sentía raro en el aire, no sé como explicarlo pero yo estaba demasiado ocupada con mis estudios para darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. 

Las vacaciones de invierno se acercaban y así también los exámenes de navidad. Mi nueva sala común se convirtió en la biblioteca y tras pedirle repetidas veces a la profesora McGonagall que me dejase estar allí hasta pasado el horario me concedió el permiso. También me hizo asegurar que vigilaría la biblioteca y no entraría en la sección prohibida. Le juré y perjuré que no entraría hasta convencerla.

Llevaba más de 5 horas metida en la biblioteca y nadie, excepto Ron que me trajo la cena, parecía darse cuenta que estaba ahí. 

Ron era un chico cariñoso, detallista y bastante mono bajo mi opinión. Llevaba ya bastante tiempo pensando en que sería un chico perfecto para mi pero algo dentro de mí me impedía intentar algo romántico con él. Seguramente era el miedo a perder la amistad que teníamos y terminar alejándome de él, pero sabía que sí algún día se declaraba, le diría que sí.

-Granger.- Escuché cerca de mi haciendo que casi se me saliese el corazón del pecho. Me giré y efectivamente era Pansy que solo había venido a asustarme, sin embargo tenía una cara seria como si no lo hubiese hecho para ello.

-Por las barbas de merlín.- Le dije mientras me recogía el pelo en una coleta intentando volver a la tranquilidad tras el susto y volver a mis lecturas. Al notar que no se movía de detrás mío alcé la cabeza mirando para el frente sin mirarla. -¿Quieres algo?- Dije empezando a perder los nervios.

-¿Has visto a Madame Prince?- Preguntó siguiendo tras de mi. Estática como una roca.

-¿Qué hora es?- Contesté. Noté como ella movía su brazo, seguramente para mirar su reloj.

-No lo sé.- Dijo después de unos segundos con un tono serio.

-Bueno pues si no está es que se ha ido, ahora vete.- Casi susurré, como si no me importara el hecho de que estuviese detrás mío y que me estuviese desconcentrando. 

-Cállate Granger.- Escuché como decía con desprecio mientras se alejaba de mi. Eso si que no. Saqué mi varita preparando el hechizo en mi mente.

-Desmaius.- Lancé hacia ella.

Sin embargo algo pasó. Vi como se giraba y ágilmente sacaba su varita bloqueando así mi hechizo. ¿Cómo sabía que había lanzado el hechizo? 

-¿Cómo lo has h-?- Antes de yo terminar la frase se dio media vuelta volviendo a andar interrumpiendo el intento de lanzar mi pregunta. Anduvo con rapidez, sin embargo sin llegar a correr.

Yo me quedé estática observándola mientras se alejaba de mi y veía como se acercaba a la zona prohibida. Solo me faltaba que McGonagall se enterase. Me acerqué a ella corriendo.

-No puedes entrar, está prohibido y estoy al cargo.- Vi como ella simplemente suspiraba y lentamente se giraba hacia mi. Al hacerlo pude observar como una lágrima caía de su cara.

-No tengo tiempo, perdón Hermione.- Dijo casi en un susurro antes de sacar su varita y apuntarme. -Petrificus Totalus.- 

No recuerdo nada más de ese encuentro. Desperté un día después en la enfermería, sin recordar cómo había acabado ahí. Ante mi estaban Harry, Ron y Luna los tres visiblemente asustados y preocupados. Yo solté una pequeña risa al ver cómo me observaban sin decir nada.

-¿Qué hago aquí?- Pregunté intentando incorporarme en la cama notando un insistente escozor en el brazo. Luna empezó a llorar abandonando la enfermería pidiendo perdón en varias ocasiones mientras se alejaba. -Vamos chicos, no es para tanto.- Dije esbozando una débil sonrisa.

Pero si lo era.

Y al observar mi herida pude entender el por qué.

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Cortito pero intensito :D

¿Qué le ha hecho Pansy a Hermione? Jijiji

-SM