𝐒𝐡𝐚𝐝𝐫𝐞𝐞𝐧| Cada vez que miraba aquellas blancas esferas noté que jamás me miraron a mí, nunca lo hizo, más bien ¿por qué lo haría? sí tus ojos siempre lo miran a el, a ese pelinegro bello de cabello largo y curioso gorro, a ese joven de alas...
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Las cosas usualmente no salen como uno quisiera, el corazón del híbrido se apretaba con solo ver a su amigo de esa forma y es que aun si ambos estaban enamorados de la mismas persona, ¿Cómo podría odiar al híbrido de ave? Tenía un buen corazón, era como su hermano, su compañero aún sin no fuera fiel siempre, sentía que su estómago se revolviera mirando con impotencia esas alas revolotearse con desespero, sus pupilas tan abiertas, su cuerpo temblando con horror y como sus dos compañeros trataban desesperados de calmarlo como fuese posible, Quackity ya no podía poner un solo pie fuera de la base, el miedo atormentaba al ave después del accidente que sucedió fuera de su hogar.
- Por favor Quacks no puedes quedarte aquí siempre -. Trataba de decirle tranquilo un castaño quién miraba con tristeza a su mejor amigo desde afuera de la base.
El híbrido de ave miraba con sus ojos cristalinos negándose varías veces a seguirlo, ¿Ya no abría diversión?, ¿Todo finalmente termino? Estaba tan asustado, sus piernas temblaban con solo mirar los verdosos pastos y el enorme boquete que había causado exa explosión tan repentina que lo dejo en ese estado tan fatal, miro a su lado pues su pareja estaba ahí, el ente oscuro tenía una suave sonrisa sosteniendolo con suavidad de los brazos por si sus piernas finalmente llegasen a fallar, su vista comenzaba a nublarse cuando su respiración se aceleró mucho más.
- ¡No!, ¡No!, ¡No puedo hacerlo!. - Grito con desespero el mexicano negando con su cabeza, sus alas se removían ansiosas deseando adentrarse a lo más profundo de su hogar. - No quiero, ¡Suéltame!, No quiero salir. - Gritaba desesperado a su pareja.
- Quackity... - Susurro despacio el francés mirando con tristeza a su pareja, volteó nuevamente el híbrido castaño negando varías veces entrando a lo más profundo de la base con el híbrido en brazos, será difícil pero un día de estos lograran que el alado pierda el miedo al exterior.
El osezno azabache siguió con la mirada a la pareja quién subía a la segunda planta de la base, muy seguramente irían a sus respectivas habitaciones, algo dentro del oso estaba inquieto y es que el mismo fue quién vió como aquella cosa caía sobre el híbrido alado, ahora aquellas bellas plumas estaban lastimadas con quemaduras dolorosas las cuales no podrán llevarlo por los aires en bastante tiempo, el castaño volvió a entrar a la base mirando atentamente al azabache, su mirada demostraba furia y enojo.
- Tu lo viste todo. - Murmuró enojado el híbrido lo cual hizo ponerle a la defensiva rápidamente al otro híbrido.
- ¿Qué decís? -. Respondió con el mismo tono de voz. - Yo no tengo la culpa de nada. - Aunque el también se sentía culpable, odiaba ver a sus compañeros fallecer frente a sus ojos.
- Estabas con el. - Dijo el castaño mayor apuntandolo con su dedo mientras se acercaba a el. - Se perfectamente que estabas ahí, el lo sabe y todos lo sabemos. - Gruñó con odio.
