Uno en Seúl, otro en París, pero un objetivo en común...
- Siempre quise ver la Torre Eiffel, ¿sabes?
- ¿Quieres que vaya ahora?
- ¿Ahora? ¿Harías eso por mí?
- Jimin, haría todo por ti.
...hacer al otro feliz a pesar de los obstáculos.
• Contenido...
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— ¿Puedes escucharme bien?
— Lo hago, sí. — se escuchó una suave voz responder.
— Bien, ¿cómo te ha ido hoy con Tae?
El pelinegro se acomodó mejor en su cama mientras observaba a su novio a través de la pantalla, la tenue luz de la habitación ajena alumbraba al chico de forma leve, dejando ver su rostro iluminado en tonos naranjos que hacían resaltar más sus facciones. Sin darse cuenta, Jungkook soltó un suave suspiro mientras escuchaba cómo su pequeño rubio parloteaba sin parar acerca de las cosas que aprendió durante el día.
— Taehyung sabe mucho del tema, es raro, ¿sabes? Cuando él explica me dan ganas de aprender más, pero cuando lo hace el profesor me aburre rápidamente. ¿Por qué será? Tal vez es porque es mi amigo. — divagó.
— Yo creo que se debe a que Tae habla con mucha pasión, quizás a tu profesor no le gusta su trabajo, uno transmite mucho a la hora de enseñar, si no te gusta lo que estás haciendo, los que aprendan de ti eventualmente se aburrirán.
— Tienes razón. — sonrió el rubio. — ¿Tú qué has hecho hoy? ¿Volviste a ir a la constructora de tu padre?
El pelinegro rodó los ojos mientras soltaba un suspiro exasperado, causando que una carcajada brote de la garganta de Jimin.
— Lo odio como no tienes idea. ¡No me ha dejado tranquilo en todo el día! A veces solo quisiera ser una paloma y estar todo el día volando.
— ¿Qué? — se carcajeó el rubio. — ¿De dónde has sacado eso?
Jungkook sonrió al escuchar la tierna risa de su novio, podría pasar una vida entera escuchándola y aún así aseguraría con certeza que nunca se cansaría.
— Hoy hemos ido a la torre para hacer algunas reparaciones al lugar, habían muchas palomas allí. Las vi y pensé "¿qué se sentirá ser una paloma?" Llegué a la conclusión de que me gustaría ser una de ellas.
— Si fueras una paloma no podrías ser mi novio. — bromeó Jimin.
— Oh, eso sería terrible, quizá deba desistir. — continuó el pelinegro.
— Sí, imagínate vivir sin escuchar mi linda voz o ver mi hermosa carita. No le deseo ese mal a nadie.
— Oh, ¡eres un narcisista! — rió fuertemente.
Ambos chicos rieron mientras se observaban entre sí.
Se habían conocido hace dos años a través de una plataforma de citas, los mensajes casuales comenzaron, hasta que intercambiaron números y estos mensajes comenzaron a ser diarios. A pesar de la diferencia horaria siempre se mantenían en contacto, esto gracias a que Jungkook provenía de una familia coreana y hablaba perfectamente el idioma, pero nunca había visitado el país.
Eventualmente comenzaron a desarrollar sentimientos hacia el otro, las llamadas nocturnas comenzaron y estas se convirtieron en videollamadas para poder observar el rostro del otro al menos a través de una pantalla.
Pero con el tiempo se les ha comenzado a hacer pesado, el no poder ver, tocar o besar al otro comenzó a ser una carga para ambos, una con la que tenían que convivir cada día, al menos hasta que el pelinegro se graduara y pudiera dejar de trabajar para su padre. Ese día podría mudarse a Corea, como lo tenía planeado con Jimin.
Para ello aún faltaba un año.
— Jimin...
— ¿Sí?
— Sabes que te amo, ¿no? — sonrió viendo cómo el rostro del chico se iluminaba.
— Lo sé, yo también te amo, Koo.
Ambos chicos sonrieron y siguieron hablando sobre temas triviales. Contando acerca de su día y los planes de la semana.
— Mañana debo volver a la torre, mi padre ha olvidado unas herramientas ahí y me pidió a mí que las recoja. — refunfuñó el mayor.
— Siempre quise ver la Torre Eiffel, ¿sabes? — comentó el rubio acomodándose en la cama.
— ¿Quieres que vaya ahora?
— ¿Ahora? ¿Harías eso por mí?
— Jimin, haría todo por ti.
El mencionado sonrió sintiendo sus ojos aguarse y sus mejillas calentarse fuertemente, llevó una de sus manos a su rostro para poder cubrir el evidente sonrojo.
— Cielos, eres un romántico empedernido. — murmuró a través de su sonrisa.
— Lo soy por ti. — sonrió.
La llamada se cortó en ese momento, el rubio intentó reconectar con su novio varias veces, pero este no respondió ninguna de sus llamadas. Finalmente decidió rendirse pensando que quizás el internet del pelinegro había caído, por lo que dejó unos mensajes de buenas noches a su chico y se dispuso a intentar dormir, aunque prácticamente ya estaba amaneciendo en Corea.