MI AMIGO Y MI MADRE

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Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Laura se había permitido disfrutar de una experiencia nueva y emocionante. A sus 40 años, era una mujer con un abdomen marcado, músculos tonificados y una expresión seria que rara vez se rompía en una sonrisa. La vida había sido dura con ella y las responsabilidades diarias la habían mantenido alejada de cualquier forma de diversión.

Un día, mientras estaba en la sala de estar, su hijo Lucas llegó con su amigo de toda la vida, Marcos. Era un joven enérgico y entusiasta que siempre estaba buscando nuevas formas de divertirse. A medida que pasaron los días, Laura comenzó a notar que Marcos tenía un espíritu alegre y una personalidad que le recordaba la importancia de la risa y la diversión.

Marcos: ¡Hola, señora Laura! ¿Cómo ha estado su día?

Laura: Hola, Marcos. Ha sido un día agitado como siempre. ¿Y tú?

Marcos: Oh, he estado explorando algunas actividades emocionantes últimamente. ¡Me encantaría compartirlas contigo algún día si estás interesada!

Laura: ¿Actividades emocionantes? Suena interesante, pero no estoy seguro de qué tipo de actividades te refieres.

Marcos: Bueno, he estado experimentando con formas únicas de encontrar alegría y liberación. Me he dado cuenta de que la risa puede tener un impacto sorprendente en nuestra vida. ¿Te gustaría explorar algunas técnicas divertidas conmigo?

Laura se sorprendió por la propuesta de Marcos, pero también sintió curiosidad por lo que tenía que ofrecer.

Laura: Supongo que podría estar interesada en probar algo nuevo. Pero quiero que quede claro que tengo mis límites.

Marcos: Por supuesto, señora Laura. Respetare tus limites en todo momento. Solo quiero ayudarte a encontrar una forma de reír y disfrutar un poco más la vida.

A lo largo de los siguientes días, Marcos y Laura pasaron tiempo juntos, compartiendo historias, riendo y descubriendo cosas nuevas. Laura comenzó a sentirse cómoda con la presencia de Marcos y se dio cuenta de que realmente disfrutaba de su compañía.

Un día, mientras conversaban en el jardín de Laura, Marcos notó que su amiga parecía tensa y agotada.

Marcos: Laura, noto que ha estado bajo mucho estrés últimamente. ¿Qué te parece si te hace un masaje para ayudarte a relajarte? Creo que podrías beneficiarte de un poco de alivio en tus músculos.

Laura: Un masaje suena bien, Marcos. Necesito algo de relajación en mi vida. Pero, por favor, mantén las cosas profesionales y no hagas ninguna broma sobre las cosquillas.

Marcos asintió, respetando la solicitud de Laura. Aunque su intención era hacerla reír, también quería asegurarse de que Laura se sintiera cómoda y respetada en todo momento.

Con cuidado y delicadeza, Marcos comenzó a darle un masaje a Laura. Sus manos expertas recuperarían su cuerpo, aliviando la tensión acumulada en sus músculos. Poco a poco, Laura comenzó a sentirse más relajada ya disfrutar del masaje.

Marcos, aprovechando la ocasión, incorporó algunos toques suaves y sutiles de cosquillas mientras masajeaba a Laura. No era nada directo ni excesivo, solo lo suficiente para hacerla sonreír y soltar algunas risas.

Laura: (riendo suavemente) ¿Qué estás haciendo, Marcos? No te pedí que me hicieras cosquillas.

Marcos: (riendo) Lo siento, Laura. No pude resistirme a intentar sacarte una sonrisa adicional. Pero prometo que no iré más lejos de lo que te sientas cómoda.

Marcos después de unos minutos mas, volvió a hacerle cosquillas por la espalda de Laura haciendo que esta medio dormida ya soltara una cuantas risitas sin reclamarle nada

#1 El Diario del Fetichista (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora