MI MAESTRA DE HISTORIA

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En un soleado día de colegio, un joven estudiante llamado Daniel se encontraba sentado en su aula de clases. Daniel era un estudiante aplicado y curioso, pero también tenía un interés poco común: era un apasionado por los pies femeninos. Le resultaba difícil resistirse a la fascinación que sentía por la forma en que las mujeres movían sus pies y cómo se deslizaban dentro de sus zapatos.

Su maestra de historia, la Sra. Martínez, era una mujer de piel trigueña y baja estatura, pero irradiaba confianza y gracia. Cada día, entraba al aula con una actitud entusiasta y una sonrisa cálida que iluminaba la habitación. Sus tacones añadían un toque de elegancia a su imagen, y Daniel no podía evitar observar cómo se movían cuando caminaba frente a él.

Durante las exposiciones en clase, Daniel se aseguraba de sentarse detrás de la Sra. Martínez. Desde su posición, tenía una vista privilegiada del lateral de sus pies. A medida que ella se movía y hablaba frente a la pizarra, Daniel no podía evitar notar la gracia y la sutileza con la que movía sus tacones, como si cada paso fuera un pequeño acto de elegancia.

Mientras su mente se perdía en la fascinación por los pies de su maestra, Daniel también era consciente de que su interés era inusual. Temía que si alguien descubría su secreto, se sentiría avergonzado y mortificado. Sin embargo, no podía evitar seguir admirando los gestos gráciles de la Sra. Martínez y cómo los tacones le conferían una especie de misteriosa elegancia.

Un día, la Sra. Martínez entró al aula como de costumbre, con su confianza y elegancia característica. Mientras impartía la lección, parecía estar más juguetona de lo habitual, balanceando su pie ligeramente con su tacón. De repente, el tacón se deslizó de su pie y cayó al suelo con un suave ruido.

La clase se llenó de murmullos y risas, pero la Sra. Martínez no perdió la compostura. Se agachó con gracia para recoger su tacón, pero durante ese breve momento, su pie quedó expuesto. Daniel, quien estaba sentado detrás de ella, quedó asombrado al ver sus pies al descubierto.Allí estaba el pie de la Sra. Martínez, con sus pequeñas arrugas y detalles auténticos. Para Daniel, esos detalles no hacían más que aumentar la belleza de sus pies. A pesar de que no se ajustaban a los estándares convencionales de perfección, para él eran perfectos.

La Sra. Martínez soltó una risita mientras se volvía a poner el tacón. "Parece que mi zapato quería dar un pequeño salto," 

Daniel sintió cómo su corazón latía con emoción. No podía creer su suerte al haber presenciado ese momento. Las arruguitas en los pies de la Sra. Martínez, que para algunos podrían parecer imperfecciones, eran precisamente lo que él encontraba encontraba como perfectos.

Un día, mientras la clase avanzaba, el destino jugó su papel. Daniel accidentalmente dejó caer su lápiz justo al lado de los pies de la Sra. Martínez. Esta fue una oportunidad que Daniel no podía dejar pasar. Con una mezcla de nerviosismo y anticipación, extendió su mano para recuperar el lápiz, pero en lugar de recogerlo rápidamente, decidió tomar un riesgo.

Con el lápiz en la mano, Daniel lo utilizó para rozar con cuidado el costado del pie de la Sra. Martínez, justo en la pequeña arrugita que se formaba. La profesora dio un suave respingo en su silla y una risita nerviosa escapó de sus labios.

"Eso me dio cosquillas," comentó la Sra. Martínez, sonriendo mientras miraba a Daniel.

El corazón de Daniel latía con fuerza. Había logrado su cometido, pero también se dio cuenta de que la Sra. Martínez no parecía molesta por su atrevida acción. En lugar de eso, había un brillo juguetón en sus ojos que indicaba que quizás compartían un secreto.Sin embargo, la profesora no compartió su reacción con toda la clase. En cambio, mantuvieron ese pequeño momento entre ellos, como un secreto compartido que solo ellos entendían.A partir de ese día, la conexión entre Daniel y la Sra. Martínez se volvió aún más intrigante. 

#1 El Diario del Fetichista (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora