Guerra (1)

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"Creo que nos vamos a meter en un montón de problemas"

"Solo si es que pueden probar que fuimos nosotras" - replico Sam mientras terminaba lo que ella había denominado su dulce venganza. Una oficina llena de azúcar. Literalmente.

Era en estos momentos cuando Mon no podía creer que Sam fuese 8 años mayor que ella, sobretodo cuando comenzaba a competir con Tee, con quien había encontrado un nuevo placer de torturarse mutuamente con "pequeñas bromas".

Todo comenzó cuando un Tee comento que de pequeña había querido tener una casa en el árbol, pero los arboles en su casa eran débiles y pequeños, por lo cual, nunca fue una opción. Pero Sam decidió hacerlo realidad, para lo cual mando a plantar el árbol mas grande que fuese posible en el medio de jardín de Tee, para luego terminar colocando una pequeña casa de elfos (del tamaño de una casa para pájaros), ya que en la ultima reunión de amigas Jim había llevado una foto de Tee disfrazada de elfa. Y bueno, Tee no podía dejar ese pequeño insulto pasar ¿no?

"Cariño, por favor, ya vámonos" - apresuraba Mon, quien a pesar de estar en contra de las bromas había tomado su rol de mantener la guardia en caso de que Tee regresara a su oficina, lugar en donde se habían infiltrado con la intención de hacer realidad la ultima "venganza" que se le había ocurrido a su esposa. La cual se veía muy concentrada empolvando con azúcar el ultimo sillón limpio.

"¡Ya esta! Ahora solo hay que esperar que Yuki nos envíe la señal" - dijo Sam orgullosa de su trabajo y sin percibir que Mon cada vez estaba más incomoda. A pesar de que Yuki y Mon se habían mantenido al margen de toda esta guerra, Yuki había decido unirse, como una señal de protesta a que Tee estuviese trabajando más horas de lo habitual.

"Ya no aguanto más" - dijo Mon, mientras dejaba su lugar desde la puerta, e ingresaba con cuidado a la oficina, ya que todo el piso también había sido atacado por el azúcar de su mujer.

"Lo siento, pero Tee esta haciendo lo mismo en tu oficina" - continuo rápidamente la menor, quien era incapaz de mirar la reacción de su amada, quien había quedado estupefacta ante las palabras de Mon. - "Bueno, no lo mismo, eligió harina, porque pensó que era más notorio y difícil de limpiar". - Mon levanto la mirada para ver la reacción de su esposa, y prosiguió rápidamente sin respirar - "Recuerda que te amo. ¡No me odies, por favor!"

Mon Sam HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora