Cada vez que me quito la ropa me acuerdo de ti —Anonimo.
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Antonella:
Una semana desde lo que pasó en el club con él...
La verdad no la he pasado del todo bien, Gian no a salido de mi cabeza y me siento tan culpable, Giovanni me envió diciendo que quería llevarme a un restaurant, acepte din dudarlo, creo que verlo me hará despejar mis pensamientos.
Llame a mi mejor amiga para que me ayudará a que ponerme, pero no funcionó, ya que tenemos gustos muy diferente.
«No es eso, es que intentas vestirte como Giovanni te lo pide»
Vuelvo a mirar mi armario apagando cualquier tontería que mi cabeza diga. Busco algo sencillo y a la vez elegante pero la verdad nada me convence, en eso miro un vestido que lo tengo hace mucho tiempo guardado, me acuerdo que solo lo usé una vez.
Es un vestido terciopelo, color negro, con tirantes y un corte que sostiene unas mangas largas, si mi memoria no falla el pedazo de tela me quedaba tres dedos más arriba de las rodillas y no es que haya crecido mucho.
Lo tomo y lo coloco en mi cama junto a unas braguitas negras de algodón, un sostén sin tiras y medias pantys del mismo color.
Me meto al baño, quito mi ropa, y entro a la ducha dejándome mojar por la lluvia artificial, tomo mi champu olor vainilla, hecho un poco en mi mano y lo deslizó por mi cabellera larga, embarro mi cuerpo con jabón y dejo que el agua se lleve toda la espuma.
No me gusta el silencio, pero contigo es diferente.
Su voz llega a mí tan sorpresivamente.
Tentando al diablo
Cierro mis ojos y me apoyo en la pared.
Necesito más de tí Lena
Llevo mi mano a la parte interna de mis muslos, toqueteo por varios segundos, hasta que llegó a mis pliegues.
—Tus gemidos son dios... una caricia para mis oídos —sigue con sus movimientos tortuosos e inconscientemente separo más las piernas.—¿Puedo?—pregunta y estoy tan concentrada en su toque que asiento despidiendo de lo poco que me quedaba de mi autocontrol.
Sus dedos abrieron paso a mis pliegues palpando la humedad, por un momento sentí vergüenza por lo humeda que estaba pero cuando empujó un dedo dentro de mi mis sentidos se nublaron y mi vergüenza fue reemplazada por morbo.
Para cuando ya estoy consiente, tengo dos de mis dedos dentro de mí, y mis piernas templando, muevo mis dedos en círculos sintiendo una leve presión en mi pelvis.
Dios mío...
Nunca había tenido necesidad de hacer esto, la verdad no me conozco.
Por instinto muevo más mis dedos empapando mi dorso de mi propia humedad.
En medio de la nubles veo la mirada lujuriosa de
—Gian...—gimo por lo bajo llegando al orgasmo.
Con mi respiración entrecortada me vuelvo apoyar en la pared dejando que el agua me enfríe un poco el cuerpo.
Que acabo de hacer.
Acabo de tocarme pensado en mi cuñado, maldita sea no. Con mi cuerpo todavía afectado cierro la ducha y tomo una toalla para envolverla al rededor de mí y otra para envolver mi cabeza.
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Miradas lujuriosas +18 (pronto)
AcciónAntonella Fiore, prometida del hermano de Gian, una chica simplemente hermosa, es estudiante de literatura, sexy y atrevida aunque ella todavía no lo sepa, le gusta la lectura, tiene un carácter fuerte, ella misma se podría apodar suminante, su secr...