Capítulo 2

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Perímetro de La Resistencia.

ADONIA’S POV

FLASHBACK HORAS ATRÁS

El sonido de las aves resaltaba en cada paso en que nos adentrábamos más en el bosque. Los labios resecos empezaban a resquebrajarse, y la saliva, cada vez mas con las horas, se volvía más espesa, sentía los primeros síntomas de deshidratación corroer lentamente mi cuerpo, y el cansancio empezaba a convertirse en un tema que no me permitía enfocarme.

—¿Podrías dejar de ignorarme?

Alcé la vista sobre mi hombro y a pocos pasos detrás de mí se encontraba Madi, con un aspecto similar al mío, el rostro blanco ahora era un poco más amarillo, y las sombras bajo sus ojos empezaban a pronunciarse con un poco más de tenuidad.

—No te ignoro.

—Claro que lo haces—gruñó.

—Estoy ahorrando energías —le contesté—Debes hacer lo mismo. Esta zona ya no hace parte del perímetro que llegué a recorrer en las exploraciones asignadas para mi grupo, no sé en qué momento podremos encontrar un lugar y descansar.

—No quiero ahorrar energías. —me contestó y viré los ojos— Quiero hablar contigo.

—No seas caprichosa, te comportas como una bebita.

—No soy una bebita — sujetó mi mano y la apretó deteniendo el paso. —Retráctate. — me ordenó y quise reírme en su cara.

—No lo haré — desvié mi rostro y me desanimé al ver cada vez más árboles frondosos meciéndose suavemente frente a nosotras — Porque realmente te estás comportando como una niña malcriada. ¿Acaso no ves el lugar en el que estamos?

Su mano me soltó y logré ver remordimiento en su rostro, suspiré mientras me soltaba de su agarre y empezaba a caminar nuevamente, detenernos enfriaría el cuerpo y sería más difícil ponernos en marcha.

—No te detengas, por favor, Madi.

—Lo siento—la escuché a mis espaldas— Lamento que estés aquí.

—¿Qué lamentas, Madi? — Giré mi rostro para ver cómo levemente se mordía el labio con nerviosismo.

—Lo cansada que estás, que tengas que aguantar esto. No debí aceptar que vinieras conmigo. Sé que estás enojada, y de verdad lo siento.

Está vez fui yo quien sujetó su mano, y aun caminando con los sentidos puestos en cada sonido, que se revelara en aquel bosque, me permití acariciar el dorso de su mano sobre el traje que nos protegía.

—No debes lamentar nada  — le contesté— Estoy aquí porque quiero. No estoy enojada — le aclaré— Quizás estoy un poco frustrada, llevamos caminando bastante tiempo y no he logrado encontrar un lugar en donde pasar la noche, estoy preocupada, nos quedan pocas horas de luz. Perdóname, no quería hacerte sentir mal.

—¿Dime cómo puedo ayudar? — su voz sonaba agobiada — He sido entrenada por los mejores soldados en Neuroisis, estoy completamente capacitada para protegerte o ayudarte en lo que necesites.

Reí ante sus palabras y me embargó una ternura ante el brillo que sus ojos proyectaban acompañando la seguridad de su discurso.

—Quisiera darte un beso.

El silencio se tornó tácito en nuestra conversación y lentamente fue orquestado por los sonidos del bosque y no pude evitar sentir un nudo en el estómago que se apretaba con cada latido de mi corazón.

—Oh… —contestó susurrando— También quiero besarte. ¿Podría hacerlo?

—Seguro —sonreí— Pero ese beso tendrá que esperar un poco —señalé nuestro alrededor. — No es seguro.

—No, no lo es… — contestó con resignación—, pero en cuanto haya oportunidad, me saciaré por todas las horas que llevo anhelándolo.

Reí alegremente y la sensación de mi estómago subió por todo mi torso y estalló en mis mejillas.

—Entonces, sobre qué querías hablar hace unos minutos. —Intenté cambiar el tema.

—No era sobre nada en específico — me contestó apretando mi mano — Cualquier tema que silenciara el bosque y a mis pensamientos. Estoy un poco nerviosa y tampoco ayuda que mi mente se llene de Clarke. Aún no sé cómo rescatarla y eso no me está dando paz— Me confesó.

—Te entiendo — asentí para ella — Bien, entonces… —pensé sobre algo en lo que pudiéramos hablar — Te comenté que mi madre es doctora en La Resistencia.

—Sí, lo hiciste— contestó de inmediato—De hecho, heredaste sus habilidades.

—Supongo… Pero creo que no te comenté que ella es más que una doctora.

—¿A qué te refieres?

—Mi madre es científica.

—Eso es increíble. —me respondió— Tienen personas muy preparadas en La Resistencia. Es algo que me ha sorprendido.

—Sí, porque para ustedes somos unas ratas.

—Adonia… —susurró bajando el rostro.

—No importa — contesté — Mi madre está creando una vacuna.

—¿Una vacuna? —preguntó confundida.

—Sí, una vacuna para combatir el virus.

—Espera, ¡¿Qué?! —gritó y su tono provocó que saltara en el lugar y rápidamente mirara a mi alrededor.

—¡Estás loca! —le dije manteniendo la voz baja —¿Quieres matarnos?

—Perdón, perdón —bajo la voz—Lo siento mucho. Me has sorprendido, ¿De verdad una vacuna?

—Sí Madi, encontró un componente que reacciona contra el virus. —le conté— Está desarrollando un suero lo suficientemente resistente. Sé que mamá inició con pruebas en animales infectados, y ha tenido buenos avances.

—Dios mío, Adonia. ¿Sabes lo que significa esto? —contuvo su voz— Podremos cambiar nuestra forma de vivir, salvar muchas vidas, restablecer este puto mundo a lo que fue una vez, tener un futuro diferente.

—Lo sé, pero no podemos adelantarnos.

—Debemos informar a Neuroisis, nuestros científicos ayudarán a tu mamá, tienen todo un laboratorio gigante especializado en esa investigación.

—No— contesté.

—¿Qué? ¿Por qué no?

—Porque Neuroisis todo lo corroe, lo tomarán como un beneficio propio, tendrían más control y poder del que tienen sobre lo que queda del mundo, y a nosotros nos dejarían a un lado, todo lo que represente una rebelión para ellos, lo dejarían morir.

—Estás siendo malditamente injusta.

—Estoy siendo malditamente realista y honesta. Tu gente es egoísta y tienen comportamientos despreciables.

—¡Te grabaron ese chip en la cabeza de que solo somos una amenaza!—elevó un tono su voz mostrando su molestia. — Cuando juzgas a nuestra nación, entonces también me juzgas a mí.

—Madi, no quiero que discutamos sobre qué nación es mejor o más buena, evidentemente defenderemos los lugares en los que crecimos, porque ahí todavía permanecen las personas que nos importan.

—Bien, entonces solo continuemos y no tengamos está conversación.

Soltó mi mano y empezó a caminar a un paso más constante, y cuando quise acercarme a ella, la sombra de una estructura proyectada por los últimos rayos del sol, se apoderaron de un campo delante de nosotras y ambas detuvimos nuestro paso sosteniendo la respiración.

—¿Lo estás viendo? — le pregunté y asintió.

—Debemos acercarnos. — me ordenó.

Delante de nosotras, a pocos metros, se encontraba una torre. Era una estructura de control de ubicación por los faroles que se sostenían en la punta, y aun costado se encontraba una escalera en mal estado, pero que aún se sujetaba firme.

—Ten cuidado —le pedí a Madi que colocó su pie en la escalera y esta rechinó.

—Ven, debemos subir. Aquí podremos pasar la noche.

A paso lento, subimos la estructura y en la cima se encontraba un pequeño albergue, descuidado, lleno de polvo, pero era justo lo que necesitábamos para estar a salvo por unas horas, descansar y recuperar fuerzas. En el pequeño espacio sobresaliente del recinto de la estructura se proyectaba el alba, y juro por el universo que nunca en mi vida había visto un atardecer tan brillante, y un sol tan anaranjado atravesando las colinas.

—Es hermoso— suspiré con los ojos anclados en el norte.

—Tu eres hermosa — me contestó sonriendo —Lo lamento… de nuevo lo siento — sonrió — No quiero que estemos enojadas.

—No estoy enojada.

—¿Puedo tomar mi beso ahora?

—Puedes— sonreí mientras desabrochaba el protector de la cabeza y la dejaba a un lado.

Dio un paso hacia mí y mi mano rodeó su cuello atrayendo su rostro hasta el mío. De verdad ansiaba con desenfreno volver a besarla luego del largo trayecto sin poder hacerlo. Besarla se había convertido en estos tipos de sueños que solo se imaginan en la oscuridad, donde los pensamientos se convierten en un fragmento de realidad improvisada. Me sentía como la protagonista de uno de los tantos libros que leí sobre chicas enamoradas. Claro, con la diferencia de que no había un chico en mi historia, sino ella, y también algunos detalles como el que ya no existía nada del mundo antiguo como cafeterías, parques o bares, pero eso no le quitaba que yo sentía lo mismo que describían esas historias… Amor…

Solo que ahora mi fragmento no era improvisado, y la realidad tenía mejor sabor cuando sus labios se deslizaban por los míos.

El beso se prolongó, de pronto sus manos no se quedaron estancadas en mi cintura, sino que comenzaron a incursionar por mi espalda, apretándome contra sí, requiriendo mas de mí. Y no sabría explicar lo que se empezó a suscitar en mi cuerpo, pero ella también lo sintió, lo supe porque llevó sus dedos hasta el seguro del traje y lo abrió, para después quedarse inmóvil, con su frente unida a la mía y nuestras respiraciones agitadas colisionando

—¿Puedo quitarte esto? —susurró sobre mis labios con un tono arrastrado.

—¿Quieres…? — le pregunté con los nervios recorriendo mis manos y ni siquiera fui capaz de terminar la oración, pero ella entendió.

—Solo si tú quieres…—suspiró cerrando los ojos y pasando saliva.

Lo medité unos instantes, no porque dudara, sino porque parecía tan increíble de creer que estuviera ocurriendo de verdad.

—Quiero sentirte en cada parte de mi piel —con mis mejillas inundándose de rojo.

Ella levantó la mirada y dibujó una sonrisa tan dulce que quise guardar ese fotograma en mi memoria para siempre.

RESILIENCIA (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora