Capítulo 3

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LAUREN'S POV

Neuroisis

Flashback

Fue como si... por un instante, el mundo se congelara, como si el transcurso del tiempo se ralentizara y con ello, el pánico se desencadenó; con ello, mi vista se agudizó al temple con mis demás sentidos, mis instintos arteros y frenéticos, fue así que percibí el momento preciso en el que la tensión del cable blandeó y de pronto, ondeó en el aire, fue entonces que supe que el cable había sido cortado en función de mi ejecución y que mis pies aún estaban tan lejos del suelo, lo que los orillaba todavía más a su cometido.

En fracción de segundos mi cerebro dispersó la crónica hacia todas mis extremidades, supliéndolas de caudales de adrenalina para abrazar mi designio e intentar sobrevivir al desenlace. Aunque mi mente encendió un bullicioso enjambre, preservó por sobre las demás voces mi deber de protección hacia Camila. Como pude, acomodé nuestros cuerpos, posicionándola encima de mí, y dejando mi espalda en dirección a recibir el golpe.

Fue entonces que llegó el impacto. Primero, amortigüé la caída cuando impacté contra la superficie blanda, pero tensada, de la carpa, pero esta cedió y se rasgó abruptamente dejando que cayera despeñada contra el suelo macizo, con el peso de Camila resguardado encima de mí, fustigándome con una horda de dolor que me dejó unos segundos ahí tendida, tensándome antes de organizar el algarabío de mi mente, para posteriormente reunir mis fuerzas y reintegrarme agónica a la huida, pero tomando unos instantes a inspeccionar a Camila, levantando mi cabeza para tratar de ver su rostro, ignorando el magullo, y llevé mis manos hasta sus rostro para despojarle de la venda que la había privado de la visión durante nuestro descenso, fue así que me anegó un alivio desproporcionado al ver sus ojos de borrego muy abiertos, saturados de miedo, pero aún viva.

Reuní mis fuerzas para moverla a un lado y conseguir articular mis extremidades para ponerme de pie, ayudándole a ella a comparecer nuevamente en nuestro escape.

—¿Estás bien? —pregunté retirándome el visor del casco para conectar nuestras miradas, aquel consistía en el último escrutinio para terminar de convencerme de que estaba bien, quizá maltratada como lo estaba yo, pero íntegra para continuar.

Sus ojos absortos brillaron, y sus labios enmudecieron, pero un asentimiento de su cabeza me dio la concordia que necesitaba.

Con ello, comencé a despojarnos de forma histérica del arnés que nos ataba, para consecutivamente emprender la huida, primero con pasos precavidos mientras nos hacíamos camino, pero después rápido cuando la adrenalina se diluyó en coalición con el miedo, me dosificó de anestesia.

Nos conduje hacia el millar de autos, cuya avalancha de personas se conglomeraban allí, montándolos para precipitarse a abandonar las instalaciones, apoderados por el nerviosismo ante la primera evacuación emitida por los laboratorios, un lugar que siempre se jactaba de su impugnable resguardo, dado a su nivel de transcendencia otorgado por el propio círculo de gobierno. Todo este caos formó un embudo en las puertas de salida, lo que evidentemente complicaba mi plan de salir de allí.

Rápidamente comencé a desplazarme entre los vehículos estacionarios, tratando de resguardarme mientras comprendía el panorama íntegro, uno en el que varios agentes dispersos por la zona, guiaban a las personas para impedir que se aglutinaran durante la evacuación.

Mierda, eran muchos, imposible zafarme de ellos.

De pronto, sentí la mano de Camila eslabonarse con la mía, apretándome con fuerza, un signo que provocó que devolviera mi inspección hacia ella, descubriéndola con los ojos aterrorizados que reteñían todo cuanto veía, abrazándose con vigor a la taza que aun encerraba a su mariposa.

RESILIENCIA (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora