Había despertado un poco desorientada. Se giró buscando algo que le señalara la hora. Paseó la mirada por todo el cuarto y volvió por la misma dirección, entonces advirtió que un reloj más o menos grande colgaba de la pared trasera donde se recargaba el respaldo de la cama del rubio (quién todavía seguía inconsciente), uno que antes no estaba ahí.
Por un momento su curiosidad por saber la hora se hizo a un lado para dejar paso a la confusión. Confusión porque aquél desdichado reloj no estaba hacía unos segundos y por saber el lugar en el que se encontraba. Pero luego recordó que Draco Malfoy era quien estaba también en aquella habitación. Lo olvidó por un momento y al siguiente recordó que quería saber la hora.
¡Las siete y media de la noche! Ya habían pasado más de dos horas de que se había quedado dormida. ¿Cómo había sucedido?
Se levantó de un salto sintiendo un mareo por el repentino movimiento que realizó de golpe. Y cuando estuvo estable, se asomó por la puerta. El pasillo estaba desierto, parecía que no había ni enfermos en ese hospital. Puso un pie fuera, con mucha cautela, y después el otro. Se sintió un poco estúpida pero nadie la veía así que no importaba y para cerciorarse de eso echó una mirada sobre su hombro para ver si Draco seguía sin despertar y salió, tratando de no hacer ni el menor ruido, una vez que confirmó que el chico no podía darse cuenta de lo que intentaba hacer: escapar.
¿Escapar tú, Hermione Granger?, eso no era posible. Aunque la idea era exquisita porque, de hecho, no tenía nada que hacer en ese sitio. Pensar en un lugar donde los Malfoy y la Granger pudieran congeniar era tan absurdo como pensar que Crookshanks se llevase bien con Ronald. Pero se sintió atraía de nuevo hacia la habitación, era casi como la fuerza de gravedad. Así que no se resistió y se adentró de nuevo a la pulcra recámara.
Casi al instante reconoció el sonido unos pasos fuera, en el pasillo. Agitó la cabeza para espabilarse por completo y se sentó de nuevo en el sillón queriendo actuar natural.
—¡Señorita Granger!, ya retírese. Ya no puede hacerse nada, ahora es impredecible cuándo despertará el Señor Malfoy —decía la enfermera algo nerviosa cuando entró a la habitación.
Se trae algo entre manos, pensó por un momento Hermione al ver a la enfermera Bennett en una actitud tan preocupada por ella.
—No. De hecho no tengo ningún problema —Hermione no tenía una excusa que inventarse, la idea de averiguar qué le pasaba a la mujer era totalmente atractiva—. Yo-yo seguiré esperando.
—¿A quién? ¿Acaso vendrá el ministro? —preguntó la enfermera sin saber que estaba prediciendo una situación futura de la realidad.
Las sospechas de Hermione se acrecentaron con respecto a la enfermera Bennett. Ella había dicho que iba a seguir esperando, nunca que estaba esperando a alguien. ¿Y por qué había pensado tan de repente en el ministro? ¿Era posible que la enfermera Bennett tuviera algo que ver con lo que sucedía en el ministerio? No, claro que no. En el peor de los casos la enfermera sólo querría estar a solas con Draco Malfoy. Aunque la diferencia de edad fuese de unos quince o veinte años. (La enfermera Bennett era sin duda ya una mujer madura pero su edad no podía ser calculada.)
Hermione la miró con el ceño fruncido. Qué inepta podía resultar Bennett con sus mentirillas mal elaboradas. (Hermione sabía que no podía ser echada del hospital y que la enfermera estaba tratando de ocultar algo, algo grave, seguramente.)
—Madame Bennett yo… —comenzó a decir Hermione pero se vio interrumpida cuando escuchó voces por el pasillo. Eran varias voces y se escuchaban más de dos pares de pies. Creyó que eran más o menos cuatro personas.
La enfermera Bennett dio un respingo ante la sorpresa. (¿Qué sorpresa?) Hermione le alzó las cejas en una incógnita al punto de que las arrugas de su frente se vieron tan pronunciadas que parecían olas, medias olas porque su frente no contrastaba absolutamente con su rostro fino. Sus miradas se cruzaron por un momento pero la enfermera desconectó rápidamente sus ojos de los de ella.
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Fuerza de repulsión
FanfictionDraco ha tomado una mala decisión que lo deja a custodia de Hermione. No ha besado a nadie desde que terminó la guerra, su tía le advirtió que cuidara su próximo beso. Pero Draco es un completo incrédulo y harto de no tener ciertos tactos con una ch...