Angel caído

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—Itadori...—.

De nuevo estaba en esa horrible iglesia.

No le gustaba estar ahí. Pero le gustaba quien estaba ahí, esa era la razón por la iba  a diario a la iglesia.

Caminaba por los pasillos, sin hacer sonido alguno, lento y con confianza.

Aunque estaba seguro de que el ángel era consiente de su presencia en la habitación. Seguía rezando, le molestaba. Todo lo que hacía el ángel era rezar, aún cuando no estaba el, sabía que rezaba, siempre que llegaba rezaba, y cuando se iba rezaba.

El ángel se volteo —¡Hermano! Volviste hoy también—.

Asintió. Llevaba dos semanas llendo con el ángel. De alguna forma no le aburría estar con el, le gustaba que no lo juzgaba, nunca hacía preguntas estupidas, hablaba mucho, pero no al punto de llegar a aburrilo, lo único que le molestaba era que rezará.

—Lo siento. Aún no termino mi trabajo —.
Después de eso se volvió a voltear para continuar rezando.

¿Trabajo? Pero lo único que hacía era rezar y hablar con el.

—¿Trabajo?—.

Le despertó la curiosidad aún más.

—Si. Rezo todos los días, para que el pueblo tenga que comer—.

Eso explicaba por qué personas tan inútiles tenían comida si básicamente nunca habían hecho algo.

«Estupido. Ellos jamás lo agradecerían»

Los humanos en eso se parecían a su creador. Igual de egoístas, mientras Itadori traía buena suerte y cosechas mínimamente fuertes. Ellos solo dormían todo el tiempo.

—¿Vale la pena hacer todo esto?—

Incluso para un ángel de alto rango debería ser difícil bendecir tanto a un pueblo y aún más si ninguno le ayudaba.

Itadori volteo de nuevo y lo miro con una  curiosidad y confianza intactas.

No parecía que fuera hablar así que el lo hizo —Ellos abandonaron la iglesia, incluso en este estado. Su fé es nula ¿No crees que es innecesario tomarte tantas molestias?

Sonrió con compresión —Esta bien. Por qué amo a los humanos... — 

Lo miro directamente a los ojos, con felicidad y amor puros, cómo si fueran la palabras más sinceras de toda la existencia. No pudo evitar sentir como su pecho se apretaba.

—Antes de que llegara a este pueblo. Cuando era un aprendiz, hace muchos siglos, mi abuelo y yo visitamos muchas ciudades así como usted...— Se levantó y se acercó a mi —Conoci a muchos humanos, aunque ya no los he visto y quizás algunos ya murieron, son y eran persona valiosas, ellos hicieron que me enamore de la humanidad. Por eso no importa si vale o no la pena, para mí todos los humanos son objetos de amor y compasión.

Tenía los ojos cerrados. Parecía que recordaba su pasado.

Nunca había visto las cosas desde un punto de vista tan ridículo. Era más imbécil de lo que parecía, pero le divertía y le gustaba eso de el, esa determinación, esa compasión por los mas débiles.

—Ya veo—Sontio sin poder controlar sus emociones.

Ahora quería ver todas las formas de pensar que tenía y que podría tener el ángel. Ya vio la felicidad, amor, amabilidad, cariño, dulzura confianza pero ¿Podría sentir lo contrario?¿Cómo sería el dolor? ¿El sufrimiento? ¿Odio? ¿Tristeza? ¿Como se verían esas emociones en alguien tan puro?