Angel caído

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Estaba en su "dominio" una parte del infierno que el mismo creo.

Normalmente estaría escuchando a Yuuji hablar por horas, pero no lo haría, al menos no ese dia,  tenía cosas más importantes que hacer.

Descubrir como lograr que Yuuji caiga.

Un ángel caído no es raro, ha pasado muchas veces, el es un ejemplo.

Pero para que el ángel "caiga" se necesita un escenario. Y específicamente dos cosas.
Que el ángel pierda su fé y que sus alas se destruyan.

Yuuji le gustaba, no sabía exactamente de que forma, pero le gustaba, quizás todo. Escucharlo hablar, esa amabilidad, sus alas, su rostro, su voz.

Pero para desgracia de Yuuji, añoraba verlo sufrir, era un demonio a fin de cuenta, siempre que lo veía sonreír, se preguntaba cuál sería su cara de horror. Este sentimiento mezclado con las ganas de tenerlo a su lado siempre lo envolvió.

Y su única solución fue hacerlo caer.

Pero no de forma simple, si caía "mal", se terminaría por suicidarse en el infierno y no quería eso, la simple idea de verlo morir, le disgustaba.

Entonces, necesitaba hacerlo caer, pero que una parte de su alma se ancle a algo o alguien en el infierno.

Y el justamente se quería quedar con el para toda la eternidad.

Una presencia inundó la habitación en la que estaba.

—Mi señor... Encontré una forma de lograr que un ángel caiga...—
Una Uraume en el piso, arrodillada le hablo.

—Bien ¿Cuál es? —.
Pregunto intentando que su curiosidad no se desbordada.

—Ahi una doctora, se llama Shoko... Ella ha logrado que un ángel caiga—.

Shoko, en algún punto escucho algo de ella, si no mal recuerda ella misma es un ángel caído. Una rebelde.

Sonrió esa era definitivamente una señal divina.
—Bien, vamos a hacer una visita al médico—.

{°∆°}

Llegó a una especie de choza.

Una horrible, como todo en el infierno. Se acercó a la casa, y abrió la puerta sin importarle lo que este pasando dentro de la casa.

Al entrar, se dió cuenta de que era una auténtica casa de bruja, lo que cualquier humano imaginaria que hay en la casa de una. Llena de hierbas por todos lados, animales muertos, piedras, frascos con cosas las cuales probablemente no quiere saber que son.

Se sentó en un sillón con Uraume detrás de el. No sentía ninguna presencia en el lugar, supondría que no había nadie en casa.

Y así era, después de mandar a Uraume a ver el lugar, descubrieron que no había nadie.

Esperaría, tendría que saber cómo hacer caer a alguien de forma correcta.

Por suerte, la persona dueña de esa choza, llegó más rápido de lo que esperaba, no tardó mas de diez minutos, y ella ya había llegado.

Pero no sola, otros dos hombres llegaron con ella, uno de sus dos acompañantes llamo su atención.

Era alto y albino, parecía... Angelical, lo descubrió después de ver sus seis ojos. El también era un caido.