Prólogo

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— ¡LO LAMENTO! ¡N-No volverá a ocurrir lo juro!

La rubia huía sin encontrar escapatoria, su preparatoria tenía la mala fama de tener una estructura peligrosa y discontinua. Puertas que no llevaban a ningún lugar, pasillos sin terminar, barandas defectuosas, de por sí el lugar era lo peor que te podías encontrar en cuanto a escuelas públicas hablábamos. Lo único rescatable del establecimiento, eran sus profesores.

Por ende, la chica aún intentando huir, sólo sufría de acorralarse cada vez más, y ya sin saber a donde ir, decide tomar la peor decisión que un personaje puede tomar... En una historia en la que se incluye un asesino.

Los baños.

Los pasos se escuchaban aun a lo lejos, solo necesitaba que se alejase lo suficiente de la entrada para poder correr a dirección a por su celular, y llamar a la policía. Pero eso era difícil, traía consigo tantos artefactos que servirían de sonajero, que el mínimo movimiento dejaría al descubierto su ubicación.

Como pudo intentó desenganchar su tamagochi del cinturón que sujetaba su falda, pero como si no fuese suficiente, el pequeño animal virtual, empezó a dar sus estruendosos avisos, necesitaba comida, tal parece, y eso, fue suficiente para alertar a quien le esperaba tras las paredes.

— CHIIIICA~ ¿¿POR QUÉ HUYES DE MI AHORA??

Fue fácil seguir el sonido del bip bip, y con sus zapatos de planta alta, empezó a caminar hacia el baño de mujeres  haciendo un sonido especial con las baldosas del piso, que se quebrajaban en intervalos.

— No deseabas... ¿Tenerme cerca de ti? Ahora no huyas, te doy el permiso de... Sentirme, de quererme, nos uniremos por última vez... ¡ANTES DE QUE TE QUITE LA VIDA!!!

Empezó a abrir una a una las puertas del baño, sin dejar apenas silencio entre ellas.
Mientras, la rubia de característico tono alegre, se encontraba llorando en uno de los cubículos, esperando a que, quien estuviese tras esa puerta, entrase en razón, y la dejase ir.

— Deja de juegos Chica... Si me permites verte una última vez, y vuelves a ser esa tierna y dulce chica que se esmeraba en hacer felices a los demás,.. Solo quizás te perdone la vida. Así que sal - de - ahí .

Ya no había más escapatoria, quizá si salía de ahí, y lograba dar en su corazón, podría conseguir algo de tiempo y correr, al menos a la salida.

Así que abrió la puerta, y se puso delante de quien alguna vez, fue el amor de su vida.

— p-perdoname... S-se que necesitabas tu espacio... ¡Sé que me excedí! ¡¡Pero por favor no me hagas nada!!

Hablaba entre lágrimas que humedecian su rostro y blusa, sus ojos rosados se opacaban en lo que podría tomarse como un lila, y sus mejillas estaban rojas debido a los nervios y el miedo.

Miró de abajo hacia arriba.

Su rostro denotaba locura.

— ¿Y todas las veces que amablemente te lo pedí? ¿Ya no significan nada verdad? ES CULPA TUYA QUE AHORA TENGA QUE ESTAR AQUÍ, ¡¡CON ESTO EN MIS MANOS!!

Mostraba sus manos, en la cual había un revólver, y mientras éste observaba su arma, chica con astucia quizo quitársela para poder defenderse.

Grave error.

Tomó su muñeca con fuerza.
Con odio.

Y puso el revólver arriba de sus orejas, apuntando a su cabeza.

— adiós, Chica.

Antes del Testimonio - Fnafhs AU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora